No se trata de la fascinación de un hombre maduro por los coches deportivos. Ni al estilo de los amantes de la velocidad y las carreras.
He comentado que gracias a mi hermano he visitado interesantes sitios dedicados al automovilismo (mayormente de clásicos, aunque algunos, como el de Orense, me han resultado deprimentes)
Pero el de Vigo, en el cual tomé la foto, muy por el contrario, lo recuerdo como muy luminoso.
Mi interés en los coches estriba en su diseño, en su carácter de arte utilitario, con una impronta técnica y de innovación que se supera día a día. Forma sujeta a la función y muchos casos, minimalismo en aras de la velocidad o de la tan necesaria austeridad actual.