LA CRUZ DEL PERRO
En la capilla del lado del Evangelio de la iglesia parroquial de San Andrés de Albalate de Zorita, se guarda un hermoso crucifijo metálico (probablemente de bronce). La tradición cuenta que dos labradores que estaban haciendo su trabajo en el campo, en un lugar llamado Cabanillas en las cercanías del río Tajo dentro del término municipal de Zorita, tenían un perro que dio muestras de nerviosismo escarbando en un abrigo entre rocas que había próximo. Al acercarse descubrieron como el perro había desenterrado la cruz, y es por lo que se la llama de esta manera.Por la forma podemos encuadrarlo dentro del tipo de cruz florenzada con unas dimensiones de 475 mm de altura por 280 mm de anchura. Los extremos están rematados con trilóbulos, quedando el central del brazo inferior prolongado con una pequeña empuñadura o espiga, destinada a encajar en el pie soporte. La intersección de los brazos está adornada con un círculo, y hacia la mitad de cada uno de los extremos de la cruz, hay un óvalo con una gema de cristal de roca engarzada. Los del eje horizontal están limitados por dos pequeñas argollas, de las que cuelga una cadenita rematada con una cuenta de cristal de roca; en la actualidad, de las cuatro, sólo quedan dos, y son las que se sitúan entre los óvalos y la unión de los brazos; las que faltan se las llevó el rey Carlos I en el año 1.528 cuando pasó por esta población.
En cada uno de los extremos de los brazos, sobre el remate trilobulado, hay pegada una figurita del mismo metal realizada con trazos muy esquemáticos que representa a una persona de cintura para arriba. Todas ellas están hechas a parte y luego posteriormente remachadas al lugar que ahora ocupan. La situada en el extremo superior representa aun hombre con un libro en su mano izquierda y un objeto que probablemente represente unas llaves. Siguiendo el sentido de las agujas de un reloj, las dos siguientes son parecidas a la anterior salvo que la mano derecha permanece abierta en la postura de bendecir. La última representa a una mujer con la mano derecha agarrando la izquierda.
La superficie de los brazos de la cruz está decorada con una delgada banda que recorre todo el borde, consistente en un picoteado hecho con punzón muy fino. En los extremos de los brazos, detrás de las figuritas, hay además motivos incisos con formas geométrico-vegetales. Cada engarce está sujeto al brazo mediante cuatro remaches, salvo el del lado derecho que aprovecha la mano izquierda del Cristo que está remachada muy cerca. La orla metálica que constituye el engarce está decorada con una hilera ovalada de circunferencias incisas.
Sobre el círculo central que decora la cruz hay un Cristo también del mismo material metálico, fijado con tres remaches, uno encada mano y otro en los pies. La cabeza que está doblada sobre su hombro derecho aparece tocada con corona (símbolo de su triunfo sobre la muerte), los brazos están ligeramente flexionados, y el cuerpo tan sólo cubierto con el paño de pureza, ha perdido ya la rigidez aunque le falta mucho para su total abandono. Sus cabellos, simulados por pequeñas incisiones le caen por la espalda y por encima de los hombros de manera que ninguna oreja queda a la vista. Los ojos están abiertos y en sus orbitas, ha modo de pupilas, hubo dos pequeños zafiros.
La nariz recta está bien proporcionada, y la boca queda escondida por un ancho bigote que se continua con la barba poblada y recortada que llega hasta el cabello. La anatomía refleja, sobre todo en la zona del tórax, un realismo muy acentuado manifestado por la delicadeza con que se resaltan los pectorales, marcados con los huesos del esternón y las costillas. La cintura se cubre con un paño de pureza (colubium) arrollado a la cintura con un nudo en el lado derecho y cuyo borde inferior sigue una ligera diagonal. El cuerpo se ajusta a la vertical salvo la cabeza. Los brazos se encuentran levemente flexionados con las manos totalmente abiertas. La pierna derecha queda algo doblada mientras que la izquierda permanece estirada. Ambos pies están fijados al brazo de la cruz mediante un mismo clavo y se apoyan en un supedáneo.
En el brazo superior de la cruz, sobre la cabeza hay grabadas unas letras que forman las iniciales de su nombre: IH(eiesu)S XP(istu)S.
Toda la superficie está decorada con grabados incisos que representan motivos vegetales muy simplemente ejecutados, pero que imprimen una nota de belleza que destaca con respecto a la decoración de la cara anterior.
Sobre el trilóbulo con que queda rematado cada uno de los extremos, aparece representada cada una de las cuatro figuras del tetramorfos: arriba el águila de San Juan, abajo el ángel de San Mateo, a la derecha el toro de San Lucas y la izquierda el león de San Marcos.
Delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal, y en medio del trono y en rededor de él cuatro vivientes, llenos de ojos por delante y por detrás. El primer viviente era semejante a un león, el segundo viviente semejante a un toro, el tercero tenía semblante como de hombre, y el cuarto era semejante a un águila voladora. Los cuatro vivientes tenían cada uno de ellos seis alas, y todos en torno y dentro estaban llenos de ojos, y no se daban reposo día y noche, diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor Dios todopoderoso, el que era, el que es y el que viene. (Ap. 4, 6-9)
Las cuatro figuras aparecen representadas con dos alas dado que era muy difícil ajustarse a la descripción de la visión celestial de las seis alas y los ojos todo alrededor y por dentro. Ninguno de los vivientes aparece portando objeto alguno.
En el círculo central está grabada la figura de Cristo vestido con túnica y manto, sujetando con su mano izquierda un libro y bendiciendo con la derecha. Tiene nimbo y a su alrededor hay una decoración consistente en pequeños círculos y flores de cuatro pétalos.
El hallazgo de la reliquia tuvo que ser un acontecimiento de la época, ya que hasta los reyes Carlos V y posteriormente Felipe III fueron a venerarla. La cruz es probablemente del siglo XIII