Revista Diario

Pensaba que me Amabas.

Publicado el 10 marzo 2016 por Belisalucha @BelisaLucha

Y Yo pensaba

Ella cuidaba mucho de su peso, llevaba una dieta saludable y realizaba jornadas de ejercicios diarios, estaba siempre preocupada por mantener un peso adecuado y por lucir bien. Le encantaba agradar a su marido y sentirse segura de que le satisfacía como mujer.
Su marido estaba pendiente de ella, la animaba para que no faltara al a sus ejercicios mantuviera sus dietas y cuando le parecía que había aumentado de peso se lo hacía saber, y ella se preocupaba mucho.
Parecía orgulloso de ella, era una mujer hermosa y muy cuidadosa de su imagen.
Sus amigos y compañeros siempre comentaban lo guapa que era su mujer y que debería estar orgulloso de la bonita familia que tenía.

Era una tarde como otras, volvía del gimnasio de hacer su rutina de ejercidos y se dirigía a buscar a su hijo a las clases de fútbol que tenía después de clases cuatro veces por semana. Tenía mucha sed y decidió parar en una cafetería a comprar una botella de agua bien fría, tenía mucho calor había sudado mucho durante su entrenamiento y olvido beber un poco de agua, mientras salía del gimnasio conversando con una compañera de ejercicios, creía que había dejado su botella de agua en el coche, pero la había dejado en casa al salir.
Debía seguir por la autopista, pero en la próxima salida salió para buscar donde poder comprar agua.
Aparco en una cafetería cercana a la salida de la autopista, pero la chica le dijo que habían acabado de ponerla a enfriar agua y ella la quería bien fría.
La chica le indico un restaurante al doblar de la esquina, seguro podía encontrar, no tenía que ir en el coche, andando llegaría más rápido.
Salió de la cafetería y recorrió la distancia hasta la esquina y entro por una puerta del restaurante que estaba pegada a la acera. Al entrar le pregunto a un mesero, y le dijo que al final del salón a la derecha estaba el bar. Al alejarse el mesero dejo caer sus ojos sobre ella y valoro con detenimiento lo que veía y en su cara se dibujó una sonrisa de total aprobación.
En su ropa de entrenamiento, muy ajustada a su cuerpo, se veía muy bien, tenía una figura esbelta y muy bien formada, llevaba el pelo atado en una cola de caballo alta que caía en una trenza suelta dorada y una cinta gruesa alrededor de la frente para evita que el sudor cayera en sus ojos durante el entrenamiento.
El pantalón de ejercicio a la altura de la pantorrilla dejaba ver sus piernas bien formadas, la blusa bien ajustada al cuerpo marcaba sus caderas, su cintura y sus pechos sujetándolos firmemente, pero dejando adivinar que poseía unos pechos bien formados y deseable para cualquier hombre.
Se dirigió con paso firme y rápido hasta el bar y le pidió al barman una botella de agua bien fría, las más fría que tuviera. Mientras le traían el agua se detuvo a mirar a su alrededor. El restaurante era un lugar amplio, acogedor y romántico, con ventabas cubiertas con cortinas blancas que tamizaban la luz y evitaban poder ver desde afuera, las luces tenues le daban un ambiente muy íntimo, estaban cubiertas con manteles de color blanco y servicio completo de vajilla con varias copas, todo muy limpio, sencillo y lujoso. Las mesas estaban distribuidas de forma que ninguna estaba cerca de la otra, separadas por divisiones o por decoraciones muy bien ubicadas enfatizando el carácter íntimo del lugar y permitiendo que las conversaciones entre los comensales no se escucharan si hablaban en voz baja. La música también acompañaba el ambiente, música instrumental muy bien escogida. Todo invitaba a un encuentro romántico.
Le gustó mucho el lugar. Le contaría a su marido su descubrimiento para tener una cena romántica alguna noche, necesitaban un poco de intimidad en su vida diaria.
A esa hora no estaba muy lleno, solo pocas mesas ocupadas casi todas por parejas.
Sus ojos poco a poco se adaptaron a la penumbra del lugar y empezó a mirar con más detenimiento a los comensales.
Una pareja un poco alejada de ella le llamo la atención, solo veía la espalda de la chica, pero se notaba que tenía un poco de exceso de peso, parecía tener buena figura, pero con un poco de peso menos estaría mejor. Siempre estaba detallando el peso de las mujeres que veía, era una mujer obsesionada con el control del peso corporal.
La mujer se movió un poco y pudo ver a su acompañante que le acariciaba la cara en un gesto muy cariñoso.
Sintió que el estómago le daba un vuelco, su mente no podía procesar lo que veía, el hombre que acompañaba a la mujer era su marido, cerró los ojos y los volvió a abrir rectificando lo que sus ojos veían, no lo podía creer, su marido acariciando a una mujer delante de sus ojos, besándola y rozando pus piernas con las de ella por debajo de la mesa.
Pero lo peor era que la mujer que estaba sentada frente a él era una mujer con más peso que ella y más joven por la forma de vestir. Su marido se pasaba todo el tiempo criticando a las mujeres con sobrepeso y le reclamaba a ella cuando consideraba que había aumentado un poco.
No entendía lo que sucedía, su marido siempre tenía mucho trabajo y muy frecuentemente llegaba tarde y le decía que había comido con clientes o personas relacionadas con su trabajo, por un momento todas su confianza y credibilidad re rompió en pedazos.
El barman le pregunto si se sentía bien, ella se dio cuenta que se había quedado petrificada y que todo el color de su cara se había esfumado, se recostó a la barra y sintió que las lágrimas rodaban por su cara, estaba consternada, enfurecida, decepcionada, dolida, todo al mismo tiempo y dejándola sin posibilidades de pensar y saber qué hacer.
Cogió la botella de agua que le daba el barman la destapo y bebió un sorbo largo esperando que el agua fresca en su garganta le aclararán la mente.
Le dijo al barman que estaba bien que no tenía importancia y que se le pasaría.
Pago por su botella de agua y realizo el camino de regreso hacia la puerta por donde había entrado. Llego al coche casi sin darse cuenta, entro en él y se dejó llevar por la pena que sentía, lloro desconsoladamente sin saber qué tiempo estuvo en ese estado.
A medida que se tranquilizaba ponía en orden su mente, se le aclaraban actuaciones de su marido que a veces no comprendía bien pero que justificaba por que trabajaba mucho y llegaba tarde y cansado a la casa. Las piezas encajaban y podía comprender lo que antes estaba detrás de una cortina como las del restaurante que matizaban sus actuaciones y no dejaban ver su verdadera vida desde afuera, ella estaba afuera de su vida era solo un personaje que completaba un decorado en la vida de su marido.
Y en su mente surgió una dolorosa pregunta: ¿La amaba o solo era un objeto para exhibir a sus amigos y presumir de tener una familia y una esposa guapa, bien vestida e inteligente?

Solo si alguien te ama de verdad puede amarte cómo eres, sin exigirte un aspecto o una presencia.
Sin mentir, sin hacernos sentir importantes solo para mantener una doble vida.
Podemos amar intensamente, y en un instante podemos dejar de amar, se rompe dentro de nosotros el amor, se hace trizas y sabes que tu mente creaba una cortina para encubrir lo que tu corazón ya sospechaba.
La verdad se presenta ante tus ojos y comprendes lo que intentabas justificar para no admitirla.

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