
Esos silencios tuyos al caer la tarde cuando el sol se hace el dormido y te besa la cara con secreta ternura, me hacen tocar el cielo con las manos.

Te marchaste un día porque te ahogaba el horizonte sin futuro. Tus sueños hacía tiempo que se habían marchitado. Ya nada te ataba a la tierra y emprendiste un secreto viaje al paraíso de las oportunidades.

Se acercó lentamente apoyando su cabeza en mi hombro, y al sentir el roce de su aliento en mi piel marchita, pude renacer de nuevo.

Cruce la puerta de tu vida para adentrarme en tu mundo. Me atreví a seguir tus pasos a hurtadillas, para que al sorprenderme, fueras capaz de amarme por mi misma, no por lo que otros te pudieran contar de mi.
