Esta es mi piña colada, en una playa caribeña en la Republica Dominicana.
Ninguna de las previsiones de tiempo que estuve leyendo en los foros , han sido acertadas cosa que me ha reconfortado, ya que me veía inmersa en tormentas tropicales … Al final, ni me están friendo los mosquitos, ni hay rayos y truenos.
Tampoco ha resultado ser este lugar, lo que ví en el “Arena Mix” dedicado a este país, que me hizo replantearme seriamente el destino de mi viaje vacacional.
De momentos, playa, piña colada, clases de yoga en la arena, cursos de coctails en los chiringuitos caribeños y… esta gente.
Gente de una simpatía extrema , que te contesta a tus “gracias” con un “Es un placer”, que tienen como objetivo que te sientas mimado y que te enamores , si no de la tierra, seguro que de sus gentes.
Mañana, nos vamos a conocer la vida dominicana “real” ( no la de los resorts) de la que ya hemos atisbado su dolorosa realidad. Por menos de 200 doláres al mes, los trabajadores del hotel derrochan amabilidad y tú, acostumbrado a nuestro “spanish “estilo turístico ( más maltratador), te quedas con un cierto desasosiego al sentir que esas vidas nada tienen que ver con lo que ocurre en los hotelazos de Punta Cana…
No obstante, la gente te sonríe y te ama.Y es que, en estos primeros días en este pequeño paraíso caribeño, lo que más me ha impactado es esa gente y su poder.Ni el sistema ( de mierda) en el que viven , les inhibe esa felicidad, la sonrisa y … ese ritmo caribeño que me tiene fascinada.
Por unos días más, estaremos en este lugar paradisíaco. Tengo claro que el paraíso no lo conforman estas palmeras y el agua turquesa. Sin estos dominicanos amables, no habría paraíso que valga.
Me voy a comer que, Manuel, me ha puesto a enfriar un vino blanco californiano ya que sabe que nos gusta especialmente frío. Manuel, el de la sonrisa permanente…
People’s power, sin dudarlo.
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