Pepe Vieira: Camiño da Serpe

Lo cierto es que fue hace ya algún tiempo que visité este restaurante, pero he tenido que tirar de carrete y de memoria para revivirlo de nuevo en esta entrada para una plataforma que ahora sí me permite documentarlo.
O Camiño da Serpe se sitúa a la vanguardia de la cocina gallega, junto con Pepe Solla (por supuesto) y otros integrantes del grupo nove que tanta frescura y futuro han traído al panorama gastronómico gallego.
Partiendo del tradicional recetario gallego, Pepe Vieira (Xoan Cannas) lleva a cabo una exaltación del producto autóctono, innovando tanto en técnicas como en propuestas, y todo en un paisaje idílico de excepcionales vistas de la Ria de Pontevedra, en el que se enmarca una construcción monolítica y minimalista que busca integrarse en el ecosistema sin alterarlo.

Una vez dentro volvemos a encontrar el minimalismo, la mínima expresión, colores claros, formas angulosas, silencio, un servicio discreto, sigiloso, leves susurros en las mesas- muy separadas, por cierto- en definitiva, un ambiente tranquilo que invita a centrarse en lo importante. Una vez sentados y tras ofrecernos una bebida, nos trasladan las dos posibilidades de degustación (no hay carta), un menu corto de unos 45 euros y uno largo de unos 65. Sinceramente, tras ver la abismal diferencia entre los platos de uno y otro, creo que la única finalidad del corto es que estés seguro de que es el largo el que quieres.
En consecuencia nosotros optamos por el largo, que empezaba con un fantástico caldo gallego con sus patatas, sus fabas y chorizo, sin complicaciones, pero cuya cantidad asustaba un poco teniendo en cuenta la longitud del menú. Como el de mi abuela. Fenomenal con el pan de bolla artesano y recién hecho en los hornos de la misma cocina.
Suavizamos la cosa con un steak tartar de ternera gallega que venía acompañado de una nube de queso (¿idiazábal?) rallado y una crema de mostaza. Producto fresquísimo y corte perfecto. Muy bueno.
Seguidamente llegó una vieira (¡como no!) laminada y marinada al momento con unos cuadraditos de manzana. Posiblemente lo mejor del día, sencillamente perfecta, sabores integrados, delicadísima textura, producto también fresquísimo y de buen tamaño. Una gozada que se deshacía en la boca.

Continuamos con el jurel ¿tandoori? con verduras. Conociendo la dificultad que entraña la preparación del producto (y a mis experiencias me remito), desde luego no le falta mérito, pero sin encontrar ningún defecto en concreto y mostrando además una técnica muy depurada, fue de los platos que menos me llamó la atención.

Luego llegó el calamar relleno. Consistía en un tubo del cefalópodo rebozado y muy muy cruijiente (cereales, kikos, tal vez pringles, no lo sé) y que venía relleno de una suavisima mayonesa de limón. Me pareció una excelente exaltación del clásico calamar a la romana (que ademas me gusta con mucho limón). Fantástico plato.

Por fin apareció el pescado, un mero desespinado y en su punto, acompañado de un delicioso caldo. No defraudo y, como siempre en los restaurantes que lleva esta gente, una cocción sublime. Se pelea con la vieira por el primer puesto.

La siguiente propuesta era la crema de lentejas con dados de foie, si bien en otras circunstancias me hubiera parecido un plato excelente, teniendo en cuenta que ya íbamos empezando a llenarnos, me pareció demasiado contundente y, a la vista de lo que quedaba por delante, no nos lo terminamos. Una pena.
Rematando el capítulo salado se presentó el capón con orejones, para mí lo más flojo del menú. Sabores agradables aunque algo seco y, en mi opinión, lejos del altísimo nivel del resto del recorrido.
Y llegamos a los postres, que empezaron con un helado acompañado de sopa de manzana. Muy ligero y refrescante en su conjunto (lo que se agradecía bastante).

El segundo postre, que me pilló ya algo destruido, era una extraña torrija deconstruida sobre la que te preparaban una vistosa queimada. Recuerdo un golosísimo postre con muchos recuerdos de plátano y azúcar quemado.

Con el café llegaron también unos petit fours consistentes en un turrón casero que se reveló como el mejor de los dulces. Excelente.

Lo acompañamos todo de un inmenso Gorvia 2005 que José Luis Mateo elabora en Verin, dentro de la D.O. Monterrei. Sin duda la mencía más delicada que he probado, muchísima fruta, increible esqueleto y extrema redondez que poco a poco se va abriendo y mostrando más y más matices eminentemente frutales, florales y especiados, pero siendo la madera (vieja, seguro) un mero apoyo, un medio para conseguir un tinto con futuro, que, para mí, es uno de los mejores que se hacen hoy en España. Es algo peligroso, eso sí, porque aunque los 13,5 grados pasan inadvertidos en el trago, se revelan con claridad cuando te levantas de la silla, ya me entienden.
Y todo se resolvió por unos 140 euros dos personas vino incluido; desde luego no es barato, pero no me parece un precio injusto teniendo en cuenta la calidad del conjunto. Señalar por último que el vino tenía un precio muy atractivo e inferior (en algunos casos) al que puede encontrarse en tienda, pero claro, hacen trampa porque también son distribuidores. De hecho en el mismo restaurante disponen de una bodega con venta directa de algunos de los vinos que comercializan.
Ojalá podamos volver algún día. Pepe Vieira Camiño da Serpe Camiño da Serpe, s/n 36992 Raxo - Poio Pontevedra986 74 13 78 * Disculpas por las fotos que faltan, mi apetito fue más rápido. Foto inicial extraida de la página oficial