CASO KDOP54:
Buscadores pequeñitos- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Protagonistas: testigos presenciales dicen que son casi diminutos. Seres humanos corrientes y molientes, pero no más altos como saltamontes. Conviven con los altos humanos, para los que resultan invisibles, poco menos que el susurro de un mágico mito.Los Buscadores, como se hacen llamar, encuentran lo justo y necesario para vivir en el medio que les rodea.
¡No puede ser! Shō y Arrietty se han encontrado
Arrietty, de catorce años de edad, pertenece a este raro género de pequeños humanos amigos de lo ajeno. Tiene el arrojo propio de la juventud, el desconocimiento juega a su favor.Shō es un recién llegado. Este jovenzuelo acaba de llegar a la casa donde Arrietty y su familia residen, en busca de la paz necesaria para sobrellevar su afección cardíaca.
Haru es la empleada de la casa. Sabe, jura y perjura, que los diminutos humanos están merodeando por la casa. Sus años de experiencia la han convertido en la más terca del lugar.
Ains, pero que mona va esta chica siempre
Hechos: Pues resulta que Shō necesita calma y tranquilidad, pero ha visto, casi de reojo, a la atrevida Arrietty. Sólo son necesarias las legendas sobre pequeños humanos que cuenta su familia, para que el inteligente chico ate cabos y busque un encuentro con lo desconocido.Por su parte Arrietty busca sustento para su familia, y decide darse a los pequeños hurtos, acompañada de su padre, maestro de este oficio.
Quien no debe ser vista ha sido observada, y a quien roba tiene una insana curiosidad. Si a esto le sumanos que hay alguien más que decidida a atrapar a cuanto buscador pase por su camino.¿Cómo acabará lo que no debió suceder?
Deducciones generales: y me lo creo porque Miyazaki firma parte de este trabajo que casi parece suyo. Pero no es lo que pretende, y el guión se queda corto y a falta de fuerza para quien escribe (habitual de Ghibli donde las haya). Es colorista, con una buena banda sonora, y con una búsqueda de proyección internacional. Quizá por eso le falta la chispa que cautiva a cualquier fiel de Miyazaki: unos personajes deliciosos en una historia trepidante que no se cuenta al uso y donde nada es lo que parece. Con unos años menos me hubiera cautivado,
pero ahora le falta espíritu.
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Arrietty y el mundo de los diminutos de Hiromasa Yonebayashi