Perdar

«Qué poco dura la alegría en la casa del pobre». Hay que tener cuidado con las cosas que se dicen, que parece que hay alguien oyendo deseando de llevarte la contraria o darte la razón conforme a lo que menos te convenga. Mmmm esto suena a auténtica manía persecutoria. ¿No os dije que se me daba mal conservar las gafas de sol? Qué poquito he tardado esta vez en perderlas, solo que de manera muy distinta.

Me explicaré, la penúltima vez no sabía dónde las había puesto, esto hace que las sigas buscando, que no te resignes a su pérdida. Esta vez lo sé perfectamente. Se me ocurrió bajar con ellas hasta el escenario vestido de Don Hilarión simulando que hacía de turista o de ciego con bastón, un chiste de última hora para la última función. Como me tocaba salir al escenario le pedí al regidor, un tío encantador, que me las guardara. Para ser mas exactos le pregunté si las podía dejar en su mesa, me dijo que sí delante de su compañera. Como no volví a buscarlas allí se quedaron… hasta que alguien las adoptó.
¿Que la culpa es mía?, por supuesto, quizá nunca debí bajarlas o dejarlas allí sin pasarlas a buscar en cualquier momento. ¿Si tenía alguno de ellos la obligación de cuidarlas?…En sentido estricto no. Yo me cago en el sentido estricto. Si solo somos capaces de hacer estrictamente lo que nos compete o nos interesa somos gente del montón. Claro que hay quien no hace ni eso, menudo consuelo.Lo único que tiene de bueno haberlas perdido así es que no voy a andarlas buscando más, algo perfectamente aplicable a las ilusiones, los sentimientos y las personas que vamos perdiendo en la vida. Las doy, con cierto dolor, por estúpidamente extraviadas. Solo me queda desear que el que se ha apropiado de ellas las disfrute tanto o más que yo. Quizá debiéramos hacer circular nuestras pertenencias, sobre todo las que preferimos, para que otros las disfruten, igual o más que nosotros. Qué mayor acto de desapego y generosidad, aunque tenga que ser a la fuerza.
Dónde queda ahora mi reflexión alegórica del otro día, en el sentido de que había recuperado mis gafas por lo brillante que se presentaba mi futuro. ¿Se acabó el brillo con la última función del Viva Madrid?, tiene mucho sentido. Se avecinan tiempos de trabajar en la sombra, más sacrificadamente. Sea como tenga que ser, con tal de salir adelante.