Perder la calma

Publicado el 19 mayo 2013 por Colo Villén @Coliflorchita

A veces, siento que mi hija logra situarme ante mí misma. Que me obliga, sin ella saberlo, a recuperar su misma estatura y viajar en el tiempo.  Me hace afrontar que hay cosas que sin escapar a nuestro control, dejamos que lo hagan.
Ocurre que a veces me cuesta mantener la calma. Ocurre que pierdo la paciencia. Ocurre que me siento mal en mi piel. Porque la conducta atenta que he construido con ella se va resquebrajando, porque ambas nos convertimos en extrañas, porque me quedo rota.
Y en el sosiego de mis pensamientos, busco y atrapo mil motivos para justificar esas reacciones. Mías, suyas.  Haciendo un ramo de excusas que de antemano sé que no son válidas.
Entiendo que el ritmo marcado para vivir es incompatible con una crianza presente, con el tipo de atención que hasta hace muy poco nos hemos promulgado una a otra. Ahora, la incertidumbre económica ha ganado estabilidad y en contraposición batallamos con las horas de trabajo, la falta de sueño, las preocupaciones varias, las propias inseguridades y conflictos, las tareas pendientes, la voluntad porque esté bien, porque descanse, los aprendizajes que no van de nuestra mano y la tensión, esas tensiones que ambas vamos absorbiendo quién sabe cómo o de quién y de pronto se repelen con sólo mirarnos. Entonces todo es fácil: ella tensa la cuerda y yo sola tropiezo.
Porque no deseo asumir que sus conductas me puedan hacer alzar la voz, porque no deseo asumir que sus reacciones sean violentas. Porque, aun sabiendo que la violencia está en todos nosotros, no la deseo en nuestro hogar, no como un modo de comunicarnos.  Y no hablo de agresiones ni mucho menos. Pero me niego a que se me encoja el alma por pequeños conflictos.
Sé que lo normal para mucha gente es esto, que desbordarse en un momento determinado no supone mayor dilema, al fin y al cabo “son cosas de niños”, deben aprender, deben saber, deben, deben… mientras yo remo pensando en que somos nosotros, los padres, los adultos, los que debemos aprender, debemos saber, debemos observar  y debemos, al menos, tratar de ser conscientes de todo ello y desarrollar nuevos recursos, dado que no somos capaces de replantearnos el problema desde las mismísimas raíces.
Admitir que esta sociedad está enferma, que alimentamos un modelo de vida que premia exclusivamente el éxito, la juventud, la belleza casi irreal, el poder, el dinero, lo material y las emociones sujetas a la posesión. ¿Dónde está el lugar para maternar desde las entrañas si estamos dentro de la esta rueda?
Me he propuesto dejar en el umbral de mi casa éstas y otras muchas cosas, me he propuesto aceptar que el barco que escogí no cruza aguas calmas precisamente. Me he propuesto tener una respuesta amorosa para que cuando vuelva a encontrarme con la niña que fui en mi propia hija no sintamos la necesidad de pedirnos perdón.
Poder desnudarme y abandonar las cargas para ayudar a mi pequeña a hacerlo. Detenerme unos instantes en sus oscuros ojos antes de reaccionar.

Ilustración from wallcoo.net