Nos perdimos,
en aquel frío helado que recorría nuestros cuerpos,
y nuestras mentes,
en realidad todo aquello que hacía que pudiera funcionar,
y ya no lo hacía,
ya no éramos dos mitades que funcionaban como una,
sino dos mentiras que hacían de nosotros nadie,
ya no sé si queríamos querernos,
creo que más bien helarnos,
congelarnos,
alejarnos hasta dejar de sentirnos,
hasta dejar de sentir,
a pesar de casi rozarnos.
Nos perdimos,
olvidando todo aquello que encontramos,
que nos encontrábamos,
sin querer y queriendo,
porque nos queríamos queriendo y sin querer,
hicimos del fuego nuestra vida,
de la pasión nuestro arte.
Escribimos las canciones y los versos más tristes,
siempre hablando de los demás,
siempre creyendo que no nos iba a tocar,
y ahora hablan de nosotros,
y ahora nos cantan,
y ahora nos riman,
y ahora nos golpean las verdades a la cara.
Maldita sea,
maldita sea el tiempo,
o la distancia,
o el silencio.
Maldita sea todo lo que un día nos heló y nos dejó congelados,
maldita sea la puta vida esta que ya no nos habla de amor,
ni de nosotros,
solo del vacío.
Esa nada…
Los tres puntos suspensivos más largos de la historia,
porque nunca completaremos esa frase que nos quedó por escribir,
una frase o tal vez un libro entero,
ese que debía contar nuestra historia.
Esa que se quedó a medias pero tiene punto final.