Fani Álvarez, para Escritores Valientes en el blog David Orell
" data-orig-size="1920,1078" sizes="(max-width: 640px) 100vw, 640px" aperture="aperture" />Esta semana, siguiendo con las visitas mensuales como ya hicieron Rubén Berrueco, Lluvia Beltrán o Míriam Beizana Vigo, nos visita Fani Álvarez para hablarnos de sus miedos y, sobre todo, de cómo los superó para convertirse en una escritora referente en la temática LGBT.
Perdiendo el miedo a escribir, con Fani Álvarez
No sé si alguna vez tuve miedo a escribir personajes LGBT+. En su momento, tuve miedo a aceptar que ese cosquilleo en el estómago que me entraba cada vez que veía a esa chica de mi instituto era amor y no amistad ni admiración. Tuve miedo de contárselo a mis amigas de clase, a mi hermana, a mis nuevos amigos… Pero cuando escribí mi primera historia con personajes LGBT+, yo ya tenía eso más que superado. Echando la vista atrás, supongo que incluir personajes diversos era el siguiente paso lógico de mi completa aceptación.
¿Cómo empecé entonces a escribir personajes LGBT+? Pues fue gracias a los fanfics. Quienes no sepáis lo que es la fan fiction, os lo cuento brevemente: historias que escriben los fans de una obra de ficción ya existente (sobre todo series, películas y libros) basada en los personajes y en el mundo de esa misma obra y que se centran sobre todo en relaciones románticas entre los personajes que los fans quieren ver juntos. Y casi siempre son relaciones LGBT+.
La culpa fue de una amiga, que me enganchó a la serie Glee y después me habló del fenómeno fanfic. Cuando empecé a leer las historias que escribía la gente, me quedé alucinada de que eso existiera, de que miles de personas también quisieran que esas dos chicas estuvieran juntas y por eso hubieran decidido hacer sus propios deseos realidad. Así que yo también me uní.
Esto me hizo darme cuenta de una cosa, bueno de varias. La ficción que yo consumía no contaba con gente como yo. Sí, claro, teníamos series como The L Word o Queer As Folk; personajes como Willow y Tara en Buffy Cazavampiros o Keith y David en A dos metros bajo tierra; libros como La señora Dalloway, de Woolf, Carol, de Highsmith o Un hombre soltero, de Isherwood. Pero los ejemplos que se me ocurrían por aquel entonces podía contarlos con los dedos de las manos. Lo otro de lo que me di cuenta era de que, si quería historias con personajes LGBT+, tendría que escribirlas yo.
Más que un acto de valentía, lo considero un acto de justicia, de reclamar lo que es mío. Como cuando te dan mal el cambio y vuelves al mostrador para que te den lo que te falta. Era un acto de deseo y esperanza. Supongo que mi valor residía en haberme dado cuenta de esas dos cosas y querer cambiarlas con mi pequeño acto revolucionario.
Nivel 10, Fani ÁlvarezAños después, con Nivel 10 finalizada y lista para autopublicarla (la primera aventura antes de que saliera con LES Editorial), el verdadero «temor», por decirlo así, llegó. Las dudas sobre el futuro de la novela me acechaban. ¿La gente pasaría de mi novela al ver que era de temática lésbica? ¿Caería en la invisibilidad por no tener personajes heteronormativos? ¿Pasaría sin pena ni gloria incluso entre el público LGBT+ por tratarse de ciencia ficción? Los mismos miedos que una madre tiene al dejar a su bebé caminar sin ayuda por primera vez eran los que me asaltaban a mí.
Creo que mi verdadero acto de valentía en la escritura ha sido precisamente seguir adelante con ella, publicar, hacerme un hueco en la blogosfera, hablar de diversidad, llevarla por bandera a pesar de que haya gente que mire nuestras historias y diga «de temática LGBT+, no me interesa» o «¿es realmente necesario convertirlo todo en LGBT+?». A pesar de las dudas y del miedo al rechazo. Y mi valentía la saco de toda esa gente que, cuando consume ficción LGBT+, se emociona, se remueve y agradece infinitamente poder verse reflejada en sus historias.
Blog: La escritora entre el centeno
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