Revista Talentos

Perdóname

Publicado el 28 abril 2015 por Isabel Topham
Perdóname, sé que llevo varios meses sin escribirte pero… no es que no te sienta, sino que no te quiero sentir a no ser que sea de una manera creíble. No sé cómo demostrártelo en palabras, tan sólo sé detalles que, aparentemente, son una gilipollez. Y ya me he dado varias hostias como para no saberlo, ni conocer el dolor de tu ausencia, de nosotros, de mí sin ti. Al fin y al cabo, el dolor no es para tanto o, al menos, no tanto como cuando me faltas. Tampoco me importa fallar, ni cometer errores de vez en cuando. Además, qué me importa a mí darme de cantos contra la pared si el dolor ya lo siento. Es de inútiles echarse para atrás como de tontos no romperse el corazón por alguien cuando ya está roto.
Que, con el tiempo, aprendí a golpes de balas a no ser tan vulnerable e inocente. Y que, gracias a ti, aprendí cuál era el significado de la vida. Puedes no ser tan importante como el aire, pero sí tan necesario como él. Desde hace un tiempo, me di cuenta de que más que escribir para curar y sanar mis heridas, me desangro por dentro. Adoro ir al cine y comer palomitas, ver la peli y sonreír para adentro al verte de reojo. Añoro tu sonrisa, y tu pelo, y tu piel, y todos aquellos besos que nos dimos cuando aún me faltaban horas de sueño. Podrán ser las tres o las cuatro de la mañana que seguiré sonriendo de la misma forma, en silencio y a la espera de que algún día se haga realidad.
El amor es un juego, y las reglas son tan particulares como los dueños de la relación. Que éstas normas las ponemos nosotros, y ésta vez me hace ilusión jugar contigo a tenernos entre abrazos y cosquillas. A sentirnos cerca, y a sernos de la forma en que siempre habíamos querido y nunca pudimos ser. Nadie me entiende cuando hablo de no querer verte hasta dios sabe cuándo, que no quiero un abrazo sino es en la estación o algún lugar que le dé significado. Pero, luego me doy cuenta y sonrío para adentro; y es que, nadie puede entender entonces esas ganas que tengo cuando nos volvemos a encontrar después de tanto tiempo, esas lágrimas de emoción ni ese momento eufórico que sólo nosotros conocemos. Ni los pequeños gestos, ni las tonterías escritas en una lengua que, por norma general, sólo hablan dos personas.
No creo que te conozcan, y lo más probable es que me llamen loca porque sea la única. Pero, me da lo mismo. Supongo que la esquizofrenia es el síntoma común de quien se enamora. Eres la luz que das vida a mi cuerpo. Una maravilla esculpida ante los ojos de cualquiera. Un manjar de los dioses, una dulce tentación y un suspiro de terror cuando no te tengo. Eres tú, simplemente, lo que quiero que seas. Por eso, no hace falta decir te quiero para saber lo que siento.

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