Hoy me han hecho reflexionar mucho sobre algo y es que a veces las personas son más humildes de lo que nosotros creemos. A veces no todo está en nuestro mano, simplemente te dejas llevar y te das cuenta de las cosas cuando ya han pasado. Igual que cuando hacemos daño a personas que queremos porque no tenemos el valor suficiente para decir lo que realmente a pasado y prefieres marcharte sin dar ninguna explicación solo para no herir a esa persona. Cuando tenemos miedo, cuando el nudo nos aprieta, cuando no vemos la salida y tampoco encontramos la entrada para volver a casa. Ese miedo capaz de dominar tu mundo, tu cabeza porque una vez tuviste miedo, y no quieres volver hacerle sentir mal a nadie otra vez. Perdonar y perdonarse, fácil palabra si solo es escribirla pero a la hora de la verdad quien perdona, quien se perdona a sí mismo. Cosas tan simples, que se hacen difíciles que le das muchas vueltas a la cabeza, y piensas en que es lo mejor para ti pero no te pones en el lugar de la otra persona, no piensas como se sentirá cuando tú decides solo por ti y no por vosotros. Perdonar y perdonarse, una y otra vez sin avanzar sin saber dónde está el límite de las cosas, donde rebosa el amor, y donde termina. En que parte de nuestro cuerpo empiezan los buenos días, y en que parte un mensaje de texto lo puedo arruinar todo. Pensamos que la vida, es lo que nos enseñan nuestros padres de pequeños, el magnífico si te caes y te haces daño en las rodillas papá te volverá a levantar y te dirá que no pasa nada, que es solo un rasguño que las heridas superficiales son las que menos duelen. Pero en realidad son las que más duelen, la que te deja una marca en tu piel, una cicatriz y ahora de mayor les cuentas a tus amigos como te hiciste la herida de la mano y cuando. Y ahora tu padre después de un tiempo solo te dice, que elijas y vivas la vida que te haga feliz, que los instantes más bonitos son aquellos que se viven sin reservas, como las mariposas de Vietnam. Se dio cuenta que su niña dejó de ser su niña y que ahora toma las decisiones por si solas. Me gustaría que mi padre me echará una mano de vez en cuando, pero como lo va hacer si ni yo misma se cómo empezar, cómo empezar a aclarar mis dudas, todo lo que me preocupa y es que al final mi padre tiene razón si me lo da todo masticado, no voy aprender nunca que tengo que salir yo sola hacía adelante y saber lo que hago, y como dice él; Hagas lo que hagas siempre con cabeza, por favor. Nuestra vida no está en nuestras manos, supongo que la vida es como el aire, que cuanto más la disfrutas menos tiempo te queda para hacerlo todo y tienes que ir deprisa para que no se te pase nada. Y ahora vuelvo atrás en el tiempo, cuando yo era pequeña y me caí por primera vez en el parque y me hice daño en las rodillas y tenía a mi padre a lado, protegiéndome de la vida, del dolor. Y es que en realidad nunca dejaremos de ser niños pequeños a los que le hacía feliz salir a jugar un sábado del mes de junio al parque y llenarse de arena. Y tu padre nunca dejará de protegerte.
Hoy me han hecho reflexionar mucho sobre algo y es que a veces las personas son más humildes de lo que nosotros creemos. A veces no todo está en nuestro mano, simplemente te dejas llevar y te das cuenta de las cosas cuando ya han pasado. Igual que cuando hacemos daño a personas que queremos porque no tenemos el valor suficiente para decir lo que realmente a pasado y prefieres marcharte sin dar ninguna explicación solo para no herir a esa persona. Cuando tenemos miedo, cuando el nudo nos aprieta, cuando no vemos la salida y tampoco encontramos la entrada para volver a casa. Ese miedo capaz de dominar tu mundo, tu cabeza porque una vez tuviste miedo, y no quieres volver hacerle sentir mal a nadie otra vez. Perdonar y perdonarse, fácil palabra si solo es escribirla pero a la hora de la verdad quien perdona, quien se perdona a sí mismo. Cosas tan simples, que se hacen difíciles que le das muchas vueltas a la cabeza, y piensas en que es lo mejor para ti pero no te pones en el lugar de la otra persona, no piensas como se sentirá cuando tú decides solo por ti y no por vosotros. Perdonar y perdonarse, una y otra vez sin avanzar sin saber dónde está el límite de las cosas, donde rebosa el amor, y donde termina. En que parte de nuestro cuerpo empiezan los buenos días, y en que parte un mensaje de texto lo puedo arruinar todo. Pensamos que la vida, es lo que nos enseñan nuestros padres de pequeños, el magnífico si te caes y te haces daño en las rodillas papá te volverá a levantar y te dirá que no pasa nada, que es solo un rasguño que las heridas superficiales son las que menos duelen. Pero en realidad son las que más duelen, la que te deja una marca en tu piel, una cicatriz y ahora de mayor les cuentas a tus amigos como te hiciste la herida de la mano y cuando. Y ahora tu padre después de un tiempo solo te dice, que elijas y vivas la vida que te haga feliz, que los instantes más bonitos son aquellos que se viven sin reservas, como las mariposas de Vietnam. Se dio cuenta que su niña dejó de ser su niña y que ahora toma las decisiones por si solas. Me gustaría que mi padre me echará una mano de vez en cuando, pero como lo va hacer si ni yo misma se cómo empezar, cómo empezar a aclarar mis dudas, todo lo que me preocupa y es que al final mi padre tiene razón si me lo da todo masticado, no voy aprender nunca que tengo que salir yo sola hacía adelante y saber lo que hago, y como dice él; Hagas lo que hagas siempre con cabeza, por favor. Nuestra vida no está en nuestras manos, supongo que la vida es como el aire, que cuanto más la disfrutas menos tiempo te queda para hacerlo todo y tienes que ir deprisa para que no se te pase nada. Y ahora vuelvo atrás en el tiempo, cuando yo era pequeña y me caí por primera vez en el parque y me hice daño en las rodillas y tenía a mi padre a lado, protegiéndome de la vida, del dolor. Y es que en realidad nunca dejaremos de ser niños pequeños a los que le hacía feliz salir a jugar un sábado del mes de junio al parque y llenarse de arena. Y tu padre nunca dejará de protegerte.