Cuando tropiezo con los performances de decapitados que se montan los esbirros del narcotráfico, recuerdo las fotografías que se publicaban en los libros gratuitos de texto de primaria: cristianos colgados de los árboles, o de los postes del telégrafo, de uno u otro bando de eso que la historia oficial ha dado en llamar Revolución Mexicana. Uno de sus estudiosos, el doctor Héctor Aguilar Camín ( Saldos de la Revolución), presentó las conclusiones del libro Estudio Jalisco: más allá de la guerra de las drogas, auspiciado por el gobernador Emilio González Márquez ( Milenio Diario, jueves 25 de octubre de 2012).
En el que fuera uno de sus últimos comentarios en el programa de Ciro Gómez Leyva en Radio Fórmula, Aguilar Camín llamó repetidamente "hijos de puta" a los narcotraficantes que asesinaron a un grupo de jóvenes estudiantes en Ciudad Juárez (2010). Fuere de él, pocas figuras públicas condenan en los medios a estos mamarrachos que siembran el terror en nuestro querido país. Aunque la violencia armada no es la experiencia diaria de los mexicanos, a muchos les ha tocado vivir de cerca una balacera.
