Periodismo ciudadano
Publicado el 12 diciembre 2011 por Esther
En la era audiovisual que nos envuelve y nos satura de comunicación ha surgido un movimiento global que se hace eco del estrepitoso triunfo de la información independiente, individual, personal. Es el periodismo ciudadano que convierte a las personas de la calle en redactores-fotógrafos protagonistas de las noticias que exponen, en detrimento de las empresas de comunicación. Se trata éste de un derecho amparado en diferentes legislaciones, entre ellas nuestra Constitución española de 1978, la cual en su artículo 20 reconoce y protege el derecho a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción (…) y a comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. El monopolio informativo de los medios tradicionales se diluye y se resiente frente a esta nueva forma de comunicación, que ha encontrado en los blogs personales de Internet su máxima forma de expresión. Nos perdemos en espacios de opinión públicos, en páginas web, en foros y lugares de encuentro virtual donde un ciudadano cualquiera deja a un lado el abrigo del anonimato y se convierte en líder de información, en crítico solvente, en comunicador veraz, en amigo de la noticia, en ácida revolución tecnológica, en brecha para el verdadero periodista. Ellos triunfan y se convierten en informadores directos de la noticia, en testimonio crucial de un terremoto, un huracán, un atentado, un homicidio, una agresión. Basta una cámara digital, un teléfono móvil o cualquier aparato de última generación para lanzar al mundo su mensaje, ese pedazo de información que vale su peso en oro. No existen censuras, ni prejuicios, ni convencionalismos. El paradigma del periodista tradicional se ve amenazado por una ingente masa de ciudadanos que se unen para informar, opinar, revelar, intercambiar datos. Este periodismo ciudadano, fenómeno que se ha erigido como símbolo de verdad ante la comunidad internacional, es realmente elogiable cuando detecta fenómenos y hechos que, de no ser por esos “periodistas ciudadanos” quedarían relegados o simplemente no se conocerían, cuando denuncia atrocidades y les otorga un nombre, cuando pone cara a la realidad y la ilustra desde una perspectiva diferente y dinámica, testimonial. Pero también es necesario hablar de límites, de contenidos, de veracidad, de profesiones y formación. No se debe buscar tanto la crítica como la respuesta a la cuestión ¿todo es lícito?, ¿todas las informaciones valen?, ¿quién es el verdadero periodista? No hay que creer todo lo que se lee ni dar por válido todo lo que se ve. En esta vida es necesario cuestionárselo todo. Abramos nuestras mentes a Twitter, Facebook, foros y demás gadgets pero nunca olvidemos que esos periodistas ciudadanos que encuentran y transmiten la noticia, mejor o peor según los casos, puede que no estén licenciados en Ciencias Sociales de la Información, y que aquéllos que revolucionen los foros criticando uno u otro tema no sean especialistas de lo que predican.
La información y la expresión como bandera del ciudadano que apuesta por su espectáculo particular en los tiempos que corren no debe confundirse con el periodismo serio y elaborado, ni con los licenciados que deberán hacer frente a este desafío del Siglo XXI que parece conducir a los ciudadanos de a pie a la más pura y auténtica revolución informativa de todos los tiempos. No creamos que la profesión de periodista está al alcance de todos ni juguemos a un ambiguo intrusismo porque es caer en la trampa. Necesitamos de los medios convencionales hoy más que nunca. El periodismo ciudadano es simplemente una alternativa de información que no puede obviar ni a los verdaderos profesionales del medio ni a la noticia contrastada y trabajada.
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