Era un gran muchacho, muy avispado, con unos ojitos chisposos y siempre vivaces, su nariz diminuta, le daba un aspecto muy travieso que completaban los dientecitos bien afilados y ordenados en su sonrosada boca.
Hacia honor a su nombre, tenía el cuerpo suave y blanco, perlado, compuesto por gráciles anillos que se retraían sobre sí mismos,al menor atisbo de miedo, transformándose en una preciosa perla nacarada, que vivía su existencia feliz, entre sus padres y hermanos.
.- Papa- dijo cierta mañana, arrugando su pequeña frente y dándole un aspecto preocupado que, le hacía todavía más adorable - papi, ¿qué haremos si un día somos demasiados y ya no podemos seguir viviendo aquí ?.
Su padre le miro orgulloso, ciertamente era el más listo de todos los de su familia, le sonrió y procuro tranquilizarle con estas palabras.
.-No te preocupes Perlita, Dios nunca nos abandona, solo hemos ocupado, de este primer cuerpo la rodilla..., quedan veinte en este lado y esto, no es más que la primera fila del cementerio.
Dawn 1 dic 2016