¿Pero de verdad van a pactar algo?

Lo lleva claro Gabilondo. Con un PP crecidito en las encuestas y con alguno de sus líderes eligiendo moqueta de despacho ministerial, pretender pactar algún tipo de asunto de estado con dichos seres, se antoja harto difícil.

Sólo la necesidad del que tienen prisa por demostrar algo puede llevar a una renuncia tal de los planteamientos ideológicos más enraizados con tal de hacerse una efímera foto. Recordemos: Gabilondo no es del psoe y es uno de esos ministros técnicos desideologizados que Zapatero ha promovido y que tanto asustan con sus decisiones.

Con los planteamientos que ha propuesto hoy el PP, espero y deseo que no haya pacto. Bajar la edad de terminación de los estudios obligatorios, la supresión de la EpC, (ariete atragantado de tardofranquistas como el registrador de la propiedad), la llamada a la ampliación de la “libertad” de los padres para elegir el tipo de educación y el centro docente conforme “a sus convicciones morales, religiosas y pedagógicas”, que esconde la financiación de la educación privada por parte de los poderes públicos… No. Gracias.

Haría bien el ministro Gabilondo en hacer dos cosas: Echar la vista atrás para ver que hizo la derecha con la Educación en este país los ocho años de Aznar y sobre todo, sobre todo, fijarse muy bien en el modelo educativo allí donde llevan décadas gobernando, paraíso de las “aulas transitorias educativas”, de las miopías tecnológicas, de los recortes constantes salvo para la concertada. Si el modelo educativo propuesto se llama Valencia o Madrid, virgencita, virgencita, que me quede como estoy.

Si. No sólo es necesario sino urgente reformar el sistema educativo. Si un señor como Rajoy puede llegar a la Moncloa es que algo estamos haciendo mal, muy mal. Pero el pacto pasa justamente por lo que no se habla. Por descontar años de regresión en la financiación de la educación en este país. Por dejar de desmantelar los servicios públicos básicos para potenciar los negocios privados. Por apostar por una educación PUBLICA, palabreja molesta y al parecer, algo carca, que algún programa electoral evitaba con el argumento de acercarse a los madrileños que apostaban por la concertada.

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