Puede que alguno de los lectores "de letras" se sientan un poco identificados con esta anécdota ya que tradicionalmente se ha asociado estudiar sociales o humanidades con no poder estudiar otra cosa.
Una vez en la universidad, hubo que enfrentarse con otros tópicos. Una profesora dijo una vez en clase que mucha gente cuando hablaba con alguien que estudiaba o había estudiado historia no podía evitar hacer preguntas tipo Trivial, como si fuésemos enciclopedias andantes: ¿Qué día de la semana fue la batalla de Las Navas de Tolosa? ¿Cuánto medía Carlomagno? ¿Cuántos espectadores cabían en el Coliseo? "Preparaos", dijo aquella profesora. Y... ¡Era verdad! La gente pregunta cosas extremadamente concretas y cuándo uno no sabe qué contestar (lo que suele ocurrir a menudo) le miran con cara de :"Entonces ¿Qué aprende esta gente en clase?"
Si unimos que, se supone, no somos los más listos a que encima no sabemos NADA, la imagen del pobre estudiante de historia no suele gozar de mucha consideración.
Por eso, uno de los objetivos de este blog es precisamente explicar qué hacemos los que nos dedicamos a la historia, cuáles son las dificultades de la investigación histórica, qué aprendemos y de qué le sirve la historia a la sociedad.