Monty, un schnauzer gigante de 18 meses de edad, es uno de los flamantes conductores que han aprendido a accionar con increíble destreza frenos, acelerador y volante.
La organización –Sociedad para la Prevención de la Crueldad hacia los Animales– quiere poner de relieve la inteligencia de estos animales abandonados y así conseguir que más gente los adopte.
Después de cinco semanas de entrenamiento avanzado, los perros se colocan frente al volante y están listos para conducir, bajo la mirada de un supervisor ubicado en el asiento del acompañante para asistirlos.
Su entrenador, Marcos Vette, explica que el aprendizaje consta de diez movimientos que con la práctica se encadenan en una secuencia. "Hay mucho por hacer, y lograr que el perro realmente se haga una idea de lo que realmente está sucediendo lleva bastante tiempo", cuenta. La organización rescata, cuida y les busca alojamiento a perros abandonados. Además de Monty, Vette les enseñó a conducir a otros dos perros: Ginny y Porter.