Algunos de los lectores cero de la primera parte de la trilogía que publicaré dentro de poco, me han comentado que en los años 80 las mujeres no eran como las describo, tan liberales o de mente tan abierta como para hablar de los hombres y tratarlos como algunas lo hacen en ella. Lo cierto es que hay varios personajes femeninos en la trilogía que evolucionan desde los dieciséis más o menos hasta los cuarenta y tantos a lo largo de estos tres volúmenes. Mis mujeres, como mis hombres, crecen y maduran como lo haría cualquier persona en un periodo tan dilatado de tiempo. Mujeres puritanas, liberales, sumisas, dominantes, perdidas y que no lo están. De todo hay en una trilogía cuyos protagonistas crecieron en barrios obreros como lo hice yo.
He obviado comentar a algunos de mis lectores cero que, mientras algunas de mis compañeras de universidad criticaban a las amigas que habían perdido la virginidad antes de casarse, yo me bañaba desnuda en las calas de Ibiza con mi novio, que hacia ya tiempo que había visto un pene y que ya no era virgen.
La vida en los 80 para las mujeres era, sin lugar a dudas, como uno quería que fuera...