Capitulo I
Cierro los ojos. Las imagenes se suceden a una velocidad de vértigo. Todo es luz y a la vez oscuridad. Mis ojos no consiguen enfocar lo que tengo delante. No estoy muerto, al menos eso creo. En algún sitio lei que todas las personas que han experimentado ECM, experiencias cercanas a la muerte, vislumbran un tunel y al final un video donde las secuencias de tu vida se suceden inexorablemente. En mi visión no hay túnel y desde luego lo que veo no se parece en nada a momentos existenciales, simplemente observo nebulosas difusas donde predominan el color carne y el blanco... Por fin en el centro de mi campo de visión una figura se materializa lentamente. No consigo adivinar de que se trata. Sobre un fondo blanco unos borrones de tinta esparcidos con criterio. Las palabras o mejor dicho, la palabra aparece desenfocada y poco a poco, como si alguien allá arriba girara el objetivo, comienza a perfilarse. "Issem".
Un tirón descomunal tira de mi hacia el lado derecho y las imagenes comienzan a sucederse de nuevo a toda pastilla. Me recuerda mucho al viaje de Jodie Foster en Contact. Quizá mi subconsciente necesite de un soporte conocido para lograr entender lo que está pasando. La película comienza de nuevo a ralentizarse.Otra imagen borrosa, pixelada por alguna entidad superior comienza a clarificarse. Me encuentro flotando sobre un estadio. No hay hilos ni cuerdas que me sujeten. Simplemente permanezco ingravido, suspendido como una medusa en el oceano a la espera de algúna víctima despistada. Mi visión es cenital y puedo ver con claridad como los minúsculos cuerpos de los futbolistas progresan en una y otra dirección. Parecen hormigas asustadas por la presencia de un mocoso aburrido. Me acerco más para ver con claridad. Descubro que tengo el poder de moverme a mi antojo. Basta con desearlo. La sensación de sentirse liviano y libre se apodera de mi. Estoy viendo un partido de fútbol. Camisetas blancas contra rojas. Unos hablan Español, los otros la lengua inglesa. Estamos en Agosto. No se cómo pero lo se. El ambiente es cálido. El público viste ropas ligeras, veraniegas. Algunos atrevidos muestran orgullosos sus torsos desnudos. Los michelines y la obesidad incipiente inunda las zonas más populistas. Es de noche y no sopla un brizna de aire. Issem está en el campo.El juega con las hormigas blancas. Es un crio pero se mueve con una soltura impropia de alguien de su edad. Barbilampiño, escuálido, poco agraciado y con las facciones asimétricas, no representa desde luego el paradigma de futbolista, sin embargo sus cualidades son evidentes. El balón parece cosido a su bota. Agarra el esférico en el centro del campo y regatea a un par de futbolistas. El público hasta el momento bastante apagado se alborota mientras el chaval progresa por la banda. Con una destreza asombrosa se quita de en medio a dos rivales más. El jaleo es ya ensordecedor. Algún aficionado se pone las manos en la cabeza, otros se limitan a abrir la boca y vociferar vocablos ininteligibles. La jugada acaba con un chut desviado. Sin embargo los espectadores aún degustan la jugada y se la cuentan unos a otros como si su interlocutor no hubiera estado allí, como si se hubiera perdido la jugada del partido por atender una llamada al movil inoportuna. Ha nacido una estrella ,dice alguien a mi espalda. Su voz es metálica, inexpresiva, inhumana.
Siento como si unas manos atravesaran mi cuerpo y agarrarán con firmeza mi columna. Un grito ahogado pero ensordecedor retumba en mi interior.Ese algo que me tiene sujeto me propulsa hacia el infinito a una velocidad indescriptible. Por un momento mis ojos se ponen en blanco. La presión sobre el craneo es inaguantable. Estoy a punto de desmayarme. El estadio hace tiempo que ha desaparecido. La oscuridad lo inunda todo.
Continuará...