Hoy me he decidido a volver a escribir, volver a soltar lo que siento, lo que pienso, lo que duele…
Como algunos/as ya sabréis intentaron verme encerrado, en el cementerio de vida humana, entre los muros de la desesperación, pero no lo han conseguido ya que han aceptado el recurso interpuesto y han aceptado el cambio de condena, quizás esto debería ser motivo de alegría, pues me quedo en esta “semilibertad” aceptada por los/as que la sufrimos, con un grito silencioso en ocasiones cómplice, pero he sido derrotado, he sido derrotado por la mentira, por la sed de venganza, por la sinrazón y me es imposible alegrarme de no cumplir una condena por algo que jamás hice, pues si de algo soy culpable es de luchar por la dignidad y la verdad, por el derecho de mi hija a tener papá.
Todo esto no significa que la derrota sea definitiva, esto no significa que no siga luchando por abrazar a mi hija, tan solo significa un cambio de formas, un cambio en el método de intentar demostrar la verdad, la verdad a la cual esta injusticia parece no querer recurrir.
Seguiré luchando como desde aquel 25 de Enero luché, seguiré caminando despacio pero sin pausa para conseguir que la verdad se sepa, para conseguir que nadie coaccione mi verdad.
En ocasiones al cerrar los ojos imagino que todo esto ha sido un mal sueño, que no está ocurriendo y que mi hija se despierta cada día sonriendo junto a mi y su hermano, pero no es así la realidad golpea con fuerza, causando el dolor más fuerte y jamás imaginado por cualquier ser humano, a excepción de todos aquellos miles de hombres que se ven privados de poder abrazar a sus hijos tan solo por eso, por ser hombres.
Seguiré caminando, seguiré sonriendo, seguiré cantando, seguiré aprendiendo a bailar, seguiré esperando el momento en el que abrazar a la persona que más amo en este mundo, mi hija Llibertat.
Y para terminar quiero dejar una frase, a buen entendedor/a sobran palabras: “Solamente los anarquistas, sabrán que somos anarquistas y les aconsejaremos que no se llamen así para no asustar a los imbéciles” -Ricardo Flores Magón-