Fotografía: A. Bread
El aire y el agua la bañan mas completamente de lo que lo harían al sol. Y es entonces cuando Jeanne oye el leve chirrido de otra puerta que se abre al ras de la arena...
El miedo a una sensación desconocida aunque deseada le pasa por la imagincación un instante y después cesa, en cuanto él se le acerca. Es bueno abrazarse así, piel contra piel, carne contra carne, sin pasar por las pequeñas decencias e indecencias de la ropa, que se desabrocha y cae...
Fragmento de "¿Qué? La eternidad"de Marguerite Yourcenar