Voy a darle algunas pistas porque le noto perdido. Voy a dejarle claras algunas cosas que parece no haber entendido. Voy a explicarle qué es lo que necesita un hombre para estar conmigo.
Para empezar, puede dejar a un lado su altanería, porque en contra de lo que cree, no le hace interesante. También puede deshacerse de su trasnochado machismo, porque con él y conmigo no va a ir a ninguna parte. Tendrá que entender que por ser mujer no soy menos ni más que nadie. Y no se le pase por la cabeza, en ningún momento, que tiene el derecho o la posibilidad de obligarme a hacer algo que no quiera, o a prohibirme algo que quiera. Si para usted los celos son algo positivo, le digo desde ya, que no tiene nada que hacer conmigo. Tiene que quedarle claro, muy claro, incluso antes de que se decida siquiera a acercarse, que soy la única dueña de mi vida, que soy libre, una mujer libre que no está dispuesta a renunciar a su libertad por los caprichos de nadie.
Entre las cosas que habrá de traer consigo, hay varias que son imprescindibles. No se me asuste, no hablo de centímetros, no, soy una mujer exigente, muy exigente, pero no van por ahí los tiros. Le parecerá raro pero son otras las cosas que considero primordiales. Sepa que su mochila ha de venir cargada de sensibilidad, de tanta, que tendrá que rebosar. Tiene que tener tanta sensibilidad, tanta, que su lengua me lo deje claro cuando hable, cuando se pasee por la comisura de mis labios o cuando calle. Ha de ser tan inteligente como imaginativo y disfrutar tanto de la lectura como de la sonrisa de un niño. También, sabrá apreciar la diferencia que existe entre ser gracioso y ser vulgar, la que existe entre proponer e imponer, entre vencer y convencer, entre vivir y sufrir, entre amar y reclamar.
Su mirada ha de ser tan limpia y clara que pueda leer en ella como en un libro abierto. Sus manos tan delicadas que cuando se posen sobre mí, me estremezca por dentro. Su mente tan abierta, que le sea imposible cerrar una puerta. La voluntad de luchar, de aprender, de soñar, de crecer y compartir, será para usted no solo una necesidad, sino una manera de vivir. Por cierto, hay algunas cosas que las doy por sentado, pero como sigo viéndole esa cara, se las remarco: El respeto, el amor y el sexo. Sin esto, no hay trato.
Espero que ahora le haya quedado claro, que estas pistas que le doy le sirvan para evitar, que tanto usted como yo, pasemos un mal trago. Y tenga en cuenta que esto que le digo es lo mínimo, lo básico. A partir de ahí, si consigue traspasar esta línea, iremos, poco a poco y juntos, profundizando.
© Rafa Chevira