Hoy te miro… mi niño, y pienso que te perdí en el tiempo.
Acaricié tu pelo, ese que brillaba entre mis dedos. Tú mientras, dormías plácidamente. Y se escuchó el sereno de la lluvía, y el crujir de las ramas, que se trenzaban con el viento.
Tú mientras, dormías plácidamente. Recordé, que eramos rama, y eramos viento, en noches de tempestades continuas, en noches de serenos eternos.
Hoy te miro… mi niño, en la cama sereno.
Despertaste con la sonrisa que anhelé hace tiempo. Me raptaste de mis reflexiones, de mis pensamientos, del va y viene de recuerdos, con un abrazo, intenso, caluroso, tierno.
Imagen tomada de la web
Ahora, eres tú el que me miras, el que habla con palabras sencillas, el que calienta mi cuerpo. El que ahonda los rincones, el que se olvidó del tiempo.
M-Sánchez