Nuestra "civilización" no ve ni escucha las señales de su fin
Ahora que hemos dejado de ser nómadas, que nos hemos asentado en la ciudad de los prodigiosnuestra sordera es tan inmensa,tan inmenso el sueño inducidoque ni siquiera escuchamos las trompetas de los arcángeles que están sonando.
Indolentes masticamos, con sabor a fresa, plástico.