Revista Literatura

Pobre diablo

Publicado el 31 agosto 2012 por Raulaq
POBRE DIABLO Paseo de Mexico (Parque del buen retiro) Madrid Cae la noche sobre Madrid. Las ardillas del retiro bajan de sus árboles a rebuscar comida entre la basura que dejan los visitantes del parque tirada en el césped. Ya es tarde y me encuentro cansado. Ha sido un día largo y extraño, estoy de mal humor y no tengo con quien pagarlo. Un tipo se me acerca y me pide un cigarro, para agradecérmelo se ofrece a venderme marihuana Jamaicana.  – ¿Me ves con cara de fumar “María”?-, le digo con gesto serio, aunque sé que mis pintas pueden hacer pensar cualquier cosa. Espero que diga alguna frase inoportuna y  descargar toda mi ira contra él, pero en lugar de eso se da media vuelta y se va. Continúo mi camino aún más cabreado con el mundo. Otro hombre se me acerca < otro “Camello”> pienso. Es un tío feo y desgarbado, sus ropas están sucias, y por como huele lleva varias semanas sin ducharse. – Y tú, ¿Qué quieres?- , le pregunto secamente. Me sonríe dejando ver unos dientes que contrastan con su aspecto; son de un blanco que relucen con la poca luz que desprende la luna. Intenta poner una mano sobre mi hombro, pero me aparto con un movimiento brusco. Su sonrisa se vuelve más amplia, incluso hace que me calme un poco. – ¿Un mal día, verdad? –Un mal mes- contesto. Una sonora carcajada, que hace que se me erizara todo el cabello del cuerpo, sale de su garganta. – ¿Estás cansado de  tu vida? ¿No tienes tiempo para ti ni para los tuyos? Te gustaría dedicarte a escribir que es lo que de verdad te apasiona, aunque sabes que no eres muy bueno. No sé quién es  este tío ni de dónde ha salido, pero ha dado en el clavo. –Yo puedo hacer que consigas tus sueños, y solo por una módico precio. La idea me parece interesante, aunque no entiendo como lo puede conseguir – ¿Y cuánto me costaría?- pregunto con tono medio irónico, medio interesado. –Solamente tu alma, es barato, en estos tiempos que corremos están devaluadas.  Esta vez el que suelta la carcajada soy yo; le miro de abajo arriba clavando mis ojos en sus ojos color de fuego, espero unos segundos antes de contestar mientras él sonríe y se frota las manos. –Mira, me parece un precio justo, pero… mi alma ya tiene dueña- le doy una palmada en la espalda y continuo andando. Antes de cruzar la puerta del parque me giro, y veo como otro hombre se acerca con una navaja en su mano para robar la cartera a ese pobre diablo. 

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