Seguramente ya sabes que creo en el cambio -con sentido- y que los jóvenes son los únicos que pueden realizarlo, pues no tienen nada que perder. Como en la vida misma, el cambio se produce cuando cuestionas lo existente hasta ahora y tienes el valor suficiente de atreverte a mejorar las cosas. Más allá de la interpretación en clave política del nuevo partido Podemos, reflexiono en voz alta sobre el fenómeno que está revolucionando el mapa político y social en España y, posiblemente, en el mundo entero.
Hace tan solo tres años que se organizó una plataforma de indignados, el 15M. Hubieron movilizaciones sociles, acampadas en las principales ciudades de España y revueltas juveniles que aterrizaron con fuerza en la escena española. Era un movimiento social, perpetrado desde los ciudadanos de toda edad, condición y sexo. Era asambleario y espontáneo y, para mí, entonces carecía de una organización efectiva, de estrategia y de un liderazgo visible y que llegara a la gente. Aún así, de él nacieron otros tantos movimientos sociales, con una misma base popular y que empezaron a actuar en temas tan importantes como la sanidad, el deshaucio por las hipotecas u otros hechos que había que cambiar. Después de muchos años de indiferencia de los jóvenes hacia la vida política y social, su nacimiento pronosticaba que las cosas cambiarían pronto, en un país que necesita aire fresco y mayor participación popular para cambiar las cosas…
Año tras año este movimiento del 15M fue consolidándose, aunque perdió presencia mediática, ya que los medios y el poder los ignoraron. Pero, como suele pasar, algo firme, imparable e inevitable se estaba fraguando en silencio. La exigencia de una mayor participación ciudadana, lograr una democracia real -nada que ver con la actual, dominada por oligarquías que se lucran y obvian el bien social- y dar voz al pueblo, el gran perjudicado de la crisis y de la práctica eliminación del mal llamado estado del bienestar, logrado en los últimos años…
Obviamente este trabajo en silencio trajo consigo la aparición de un partido nuevo, Podemos, en el que se aúna una manera diferente de participar en política, en una España que se cae a trozos por la corrupción y la consiguiente crisis social e institucional. Y, como no podía ser de otra manera, las fuerzas políticas tradicionales -las que crearon el bi-partidismo, la corrupción sistémica y la defensa a ultranza de una Consitutución arcaica y desfasada a la realidad de hoy- se resisten al cambio y a perder el control de este país, actualmente sumido en el caos y en el paulatino empobrecimiento. ¿En favor de qué o quién? En favor del mayor poder de las castas políticas -término acuñado por Pablo Iglesias, líder de Podemos- y de las grandes empresas que muestran sin vergüenza su opaca connivencia con el poder neo-liberal, habiendo creado las hoy famosas “puertas giratorias” -fichando a políticos ya retirados de la vida pública, después de haber creado el marco legal para que esas grandes empresas campen a sus anchas con total impunidad y desoyendo las necesidades del ciudadano-, promoviendo la “mordida” sistemática en las concesiones de obra pública o, digan lo que digan, empobreciendo a un país sin estrategia ante el futuro, gobernado por unos indocumentados y perdiendo día a día su posicionamiento e imagen internacional…
Seguramente nada nuevo bajo el sol, el poder corrompe, pero que hasta ahora todos los ciudadanos sabíamos, pero habíamos silenciado, por indiferencia o por complicidad! Y ya sabes, quien calla otorga… y hemos de asumir nuestra responsabilidad personal y colectiva en el caos actual!
Seguirá…