Viajo quieto por mis años
hasta ver que son extraños
estos rostros de mí mismo.
Arduos, nunca los empaño
con la mano del fijismo,
son el fondo del abismo
que me mira sin engaño.
Dicen, pálidos, que fui,
soy y seré una certeza,
aunque no la que entreví
al inicio, con viveza.
Piden a quien conocí
ser recuerdo, no maleza.
Adam Riches