UN NARCISO
Para Bernardo Olmedo
«Algo miró después de sí la muerte»
Gabriel Bocángel
LÁGRIMA que del iris brilla para
bruñir la orilla al río ni siquiera,
o la corola cuya flor negara
herida de colores la ribera.
O el labio casi abeja que a llevar a
rubor el traspasado sol quisiera,
o el cáliz tembloroso que tocara
donde clavel rocío no supiera.
Hubiera la memoria trascendido
claridad, transparencia, luz, dorado
jardín de mirtos verde florecido.
Mas dormirá la noche su cuidado,
si en sueño vibra aroma parecido
la clara flor que hubiera iluminado.
Francisco Acuyo, del libro Cuadernos del Ángelus (1992)