Una breve intromisión por mi parte para comentar lo siguiente: en este último poema de Mateo el mendigo hallé el título perfecto para la novela que, después de cincuenta y tres años, logré finalizar (lástima, en mi caso, que lo imaginado o vivido o soñado o recordado no sepa escribir por sí solo, que dependa de un talento de carne y hueso). Sus versos últimos dan la bienvenida al lector en Sal dulce, como no podía ser de otro modo.
Desde que tengo por Dios cuánto me duelen estas heridas desgarros de la vigilia;Poemario incendiado, MATEO GARCÍA
Categories: F/ POEMARIO INCENDIADO