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Polifemo: "Polifemo 2"

Publicado el 21 noviembre 2009 por Bitacorock

Polifemo:

POLIFEMO
"POLIFEMO 2"

Edición original en vinilo: 1977

Polifemo:

Como típico resultado de una cosa que lleva a la otra y con la intención manifiesta de hacer justicia ya mismo con dos discos cuya reseña permanecía en carpeta desde hacía un largo tiempo, sigamos pues con el rock nacional y abramos el otro ojo de Polifemo.

Claro que cuando "Polifemo 2" comenzó a ser recorrido por las púas inquietas de fines de los ’70 no quedaban rastros físicos de lo que apenas 18 meses antes había surgido en medio de un entusiasmo desbordado que David Lebón y Rinaldo Rafanelli se contagiaron entre sí. El otrora cuarteto de oro se mudaba a la categoría de recuerdo cuando el frenesí de antaño se diluyó en la divergencia de opiniones para marcar un rumbo sonoro concreto, y el nuevo material grabado hasta entonces pronto cayó en stand-by a la caza de un alma caritativa. De no haber sido por las horas y horas que Rino pasó pacientemente frente a una consola de mezclado, el rock nacional se hubiera privado de las seis joyas que traía consigo el vinilo original... por lo que, Rinaldo, nos sacamos el sombrero ante vos!

Disco vueltero, eso sí, y difícil de deglutir en un principio, no obstante de a poco se va convirtiendo en bocado de sabor irresistible... privilegio único y exclusivo de las grandes creaciones del rock. Hay razones para esa reticencia inicial, de hecho. Los que pretendieron un "Polifemo 2" a modo de continuidad natural del potente rock and roll de su antecesor cometieron un error de perspectiva. Los que buscaron un común denominador en su dirección musical se perdieron en un complicado polinomio. Los que esperaron un tratamiento poético más intenso se encontraron con piezas instrumentales de duración eterna.

Es que en el disco confluyen distintas vertientes que son precisamente las tendencias más bien opuestas sobre las que se deslizaban los intereses artísticos de Rino y David. Si bien esta fractura es la que puede desorientar al oyente en un comienzo, las sucesivas audiciones del disco van creando una armoniosa amalgama en el cerebro que invariablemente se vuelve confortable. Y es ahí cuando uno empieza a disfrutar de esta perla olvidada del rock nacional. No es preciso apelar a etiquetas para encasillar los distintos matices que escuchamos en "Polifemo 2". Tal vez resulte más inteligente saborearlo tal como está y como suena en su propia indefinición: a la larga, el encanto oculto se hace presente.

Indudablemente dos factores impactan de lleno durante la audición: la riqueza de los arreglos y el virtuosismo instrumental, ambos más explotados aún que en el primer disco. No hablamos sólo de Rino y David, sino también de Juan y Ciro, los que aportan un climax sumamente particular a instrumentales como "Trópico de Cáncer" y "Pie", santanescos en onda Brand X y jazz-rock americano de entonces. Esta rotunda combinación se entremezcla con los muchos brillantes momentos que nos deparan "Superhombre" y "El sueño terminó" (muy en el estilo El Reloj, otro maestro del rock nacional de la época) y las supremas baladas de David, "Viene del sol" y "Dualidad", tan creativas como sutiles.

David y Ciro arremeten con diálogos guitarra-teclados que cortan el aliento; Rino se regala un festín propio a lo largo de casi todo el disco empujando ese Fender rumbo al paroxismo y Juan mete palos precisos y exactos aquí y allá, delineando una colosal base rítmica muy especialmente en "Pie", tal vez la cúspide del álbum.

El CD viene con el bonus track del segundo simple, "Oye Dios qué me has dado" (Lebón) / "Buzios Blues" (Rafanelli)... y seguimos con las perlas, nomás. Rockero, enérgico, típico de los primeros tiempos de Polifemo, "Oye Dios..." brota con un dejo a Sus Majestades Satánicas, mientras el delicioso blues que Rino nos trae de Brasil, con anécdota personal y todo, presenta los roles cambiados por cuestiones logísticas: el bajo que se escucha es de David; la guitarra eléctrica, de Rino. Y si uno de los integrantes del coro no es Nito Mestre, pues anda pegando en el palo. En fin, un modo soberbio de cerrar el disco.

Treinta años después, cuando la sombra de Polifemo apenas dibuja su contorno en el panorama del actual "rock nacional" (bueno, un nombre hay que ponerle, después de todo) volver a reliquias como esta se convierte en una experiencia que algunos encontramos inapreciable. No permitamos que estas glorias queden sepultadas en un olvido que ciertamente no merecen.


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