Política y management

Publicado el 25 enero 2011 por Joanillo @silosenovendo

Traslado a este foro un debate encontrado en linkedin que me resultó, cuando menos, curioso. En él se lanzaba la pregunta de si los políticos del perfil de Zapatero o Rajoy (mencionados expresamente) serían unos buenos directores generales de una multinacional.

Supongo que la cuestión nace al convertirse en una costumbre que los políticos “cesantes” rápidamente vayan ocupando puestos ejecutivos en la empresa privada, lo cual nos puede llevar a pensar que ambos terrenos guardan una relación muy estrecha entre sí y que un político es una persona versátil que tanto “vale para un roto como para un descosido”.

Veamos; un político es una persona que vive de usar las relaciones humanas para vender sus ideas. Esta cualidad, que podíamos definir como “politiqueo”, requiere una habilidad particular: decirle a cada uno lo que quiere oír. No es infrecuente que quienes se dedican a la política tan pronto digan “arre” como “so”, sin demasiado pudor ni vergüenza. Su objetivo es ganarse los favores de su interlocutor y para tal fin no escatiman en usar todas cuantas “chaquetas” tengan en su vestuario.

¿Es esta artimaña útil en la dirección de empresas? Podría tener su interés para captar clientes o para cerrar negociaciones, pero yo creo que no es suficiente para conseguir una buena gestión del negocio. Es cierto que en los altos directivos se valora la cualidad de que sean moldeables, adaptables a las circunstancias, y se critica el inmovilismo y la dificultad para adaptarse al cambio, pero esas cualidades no pueden nunca sustituir a los conocimientos de management o a la visión de negocio.

Aunque haya algunas excepciones, buena parte de los políticos carecen de formación específica en el mundo de la gestión empresarial. Pensar que esta enorme carencia puede quedar suplida por las buenas dotes “políticas” es pensar que la empresa sobrevive gracias al buen “rollito” y a las relaciones con los demás. Para generar este tipo de empatías ya existe un puesto, llamado “relaciones públicas”. Aquí sí que podría llegar a encajar un político después de la consiguiente adaptación, pero de ahí  a ser nombrado director general de una empresa como se sugiere en el debate…

La generalización de este tipo de trasvases (política-dirección de empresa), cuando no están justificados técnicamente, abocan a convertir las empresas en lo mismo que es la política: una cuna de gestores oportunistas que creen que con las relaciones sociales ya pueden hacer sobrevivir una organización. Flaco favor le hizo este pensamiento a la gestión de algunas Cajas de Ahorros, por citar algún ejemplo en donde es muy descarado el “cambio de cromos”.

No podemos permitir que se confundan ambas disciplinas (política y dirección de empresa) por mucho que un buen gestor de una organización tenga que tener dotes de “político” para gestionar ciertas relaciones sociales. Eso es una cosa, y otra pensar que quien jamás tuvo en sus manos un libro de management esté capacitado para hacer competitiva una gran organización. Por desgracia para nuestro país, los largos tentáculos de la política están empezando a abrazar a la empresa privada, y de ello el tiempo nos pasará su factura en términos de falta de competitividad. Cada cosa para lo que es: formemos buenos gestores, potenciemos el emprendimiento de calidad, e impidamos que el favoritismo acabe convirtiendo a las compañías en la nueva presa de los políticos oportunistas.

Un abrazo