Tengo un pequeño librito encima de mi mesilla de noche que siempre me gusta abrirlo por cualquiera de sus páginas y leerlo al irme a dormir. Sea para concienciarme de lo que soy, como de lo que quiera ser algún día y no pueda (por motivos obvios) como de lo que no soy; aunque nadie me comprenda, ni sepa de lo que hablo. Aunque ese "nadie" sea yo. Siempre mantengo conversaciones interesantes conmigo, pero será porque soy yo ambas personas que siempre llegamos a la misma conclusión. Y siempre se empeña, quien se empeñe, en reflexionar sobre este mundo, en "lo políticamente (in)correcto" que sea la condición humana. Sí, porque lo correcto se consume bajo el prefijo in- el no hacer porque está mal, o simplemente porque otros no han sabido llegar hasta allí que, ya por eso se ve mal.
Todos nos quejamos de lo mal que gobiernan los políticos, y TODOS una vez tienen el poder se comportan igual que ellos. El profesor que exije a sus alumnos respeto, una vez que le ha faltado con alguno de ellos. E incluso sin venir a cuento. El padre que le dice a su hijo que no le pegue a su hermano y, seguidamente, le da un bofetón; como aquel desconocido que, tras dar una calada al cigarro que tiene en mano te dice tranquilamente que fumar está mal.
Aquellos que van de moralistas por las redes sociales, y luego son los primeros en faltar al respeto cuando ven a alguien que no les agrada a la vista; los que pasan de largo cuando ven a un vagabundo en la puerta del supermercado o simplemente se creen superiores al resto. Meto también en este mismo saco a los que defienden los derechos de los animales pero, se llaman a sí mismos "monstruos" por pertenecer a la raza humana. Sí, hacer oídos sordos a los problemas que ocurren día tras día en la piel de otras personas, es llamarse a sí mismo hipócrita. Una palabra que me parece lo más rastrera y penosa con uno mismo Me da bastante lástima todos aquellos que se comportan de manera contraria a lo que piensan por quedar bien delante de alguien.
Aquellos que te dicen lo mal que lo haces por el simple hecho de que lo dejes a medias, por envidia, o el intento de que sigas su fracaso como ejemplo. Los mismos que te obligan a ser el mejor en aquello que te exigen sin darte la oportunidad de conocer tu talento y potenciar tus habilidades. Quienes te arrojaron al vacío cuando pensaste que te amarraba la cuerda que ellos mismos te pusieron alrededor de la cintura a modo de cinturón de seguridad, y fueron los primeros que se fueron a celebrarlo al primer bar que les pillaron de camino al verte con la soga al cuello de no saber qué hacer en ese momento.
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Una "lista" demasiado interminable como para seguir escribiendo con el sueño que tengo ahora pero, voy a añadir para todos aquellos que acaben odiando este "relato" que mejor será dejarlo a medias a dejarlo sin hacer.