Mis ganas y fuerzas decaen. Siento que ya no puedo más, me desvanezco en la oscuridad y el silencio me atrapa. Lloro porque ganas de reír no me quedan, canto para intentar olvidar, grito para sacar todo lo que llevo dentro, me quiebro en un llanto silencioso. Miro atrás y los recuerdos invaden mi ser, miro hacia delante y no veo nada, todo negro, sólo oscuridad. ¿Por qué? Aparento que nada me importa, que soy fuerte, pero no. Soy todo coraza, y ésta empieza a resquebrajarse sin freno.
De tanto caer, aprendí a levantarme sola, sin ayuda de nadie. De tantas promesas rotas, aprendí a no creer en ellas. De escuchar tantas mentiras, aprendí a no creer en nada, en nadie. Dejé de buscar para avanzar a la deriva, sin saber qué esperar, sin saber con qué me toparé. Dejé de pensar en el mañana, esperando que todo acabe pronto. De pronto me vi sola, sin nadie caminando a mi lado, sin alguien que me coja de la mano, sin alguien que me ayude en mis caídas, sin nadie que me seque las lágrimas, sola en el silencio. Con mi corazón en la mano buscando a alguien que lo sane o alguien que lo pare, avanzando sin rumbo por la oscuridad acompañada del silencio y de mi voz.