¿Por qué no nos dejan tomar café tranquilos?¿Es que se tienen que meter en todo?

Publicado el 02 julio 2013 por Iris Bernot @irisbernot
    Llevo mucho tiempo haciéndome esta pregunta porque, por más que lo intento, no entiendo el porqué de tanta desconfianza y de tanta campaña de descrédito al café. En esta sociedad descafeinada y light en la que vivimos, en la que los hidratos de carbono, el tabaco y el alcohol están en prisión preventiva esperando a ser juzgados por arruinar las vidas y las pieles de las personas de bien, el café está en libertad bajo fianza con una pulsera en el brazo para evitar que se vaya a donde no debe y prive del sueño a la gente que quiere dormir.
    Me sorprenden mucho algunos comentarios de personas con respecto al café, esos tipo " no me tomo ninguno porque no dormiré", " chica, me desvela, es más malo..." o " me he cogido uno más suave porque últimamente me pone de los nervios", y me sorprenden porque siempre he pensado que si a alguien le sienta algo mal lo único que tiene que hacer es no metérselo al cuerpo. A mí, que la gente no tome lo que no le sienta bien me parece lo más lógico del mundo, y me parece también lo más lógico del mundo que dejen a los que quieren tomar lo que sea que lo hagan, y además en paz, si puede ser. 
     La guerra al café es una guerra silenciosa que puede pasar desapercibida si no se abren bien los ojos pero que está ahí como lo están también las batallas contra los hidratos, el alcohol o el tabaco, auténticos perjudicados de una sociedad extremadamente pusilánime y controlada por los mass media. A los poderes económicos y a los órganos políticos les gusta cada vez más decir a los ciudadanos lo que han de comer y beber y les encanta hacer campañas de publicidad y de concienciación, a veces descaradas y a aveces de tipo subliminal, para que la gente de a pie consuma las cosas que ellos quieren que consuman bajo el pretexto de que se preocupan de nuestra salud. ( Claro, nuestra salud les preocupa mucho, por eso sus empresas contaminan sin piedad el aire que respiramos y el agua que bebemos, por eso mismo).
     Los poderes económicos y políticos en la sombra, esos "gargantas profundas" de las grandes multinacionales y de los organismos jeta-políticos  que hay por todas partes, han ido extendiendo la idea de que el café es un estimulante exagerado que hay que moderar en la medida de lo posible, y cada vez es más fácil encontrarte sentada ante la típica embarazada que mira tu cafetera con asco y dice que no puede tomar café porque si no el niño le saldrá muy movido ( claro, por eso los hijos de las anteriores generaciones han salido con "el baile de san vito" y van por ahí por las calles moviéndose y bailando sin ningún sentido. Las ciudades y los pueblos están llenos de gente de mediana edad que se mueve como si llevara los dedos metidos en un enchufe imaginario porque fueron traídos al mundo por madres que bebían café).
     A mí me encanta el café, como ya se habrá podido deducir, (me centra cuando estoy descentrada, que es casi siempre), y soy partidaria de que todo el mundo haga lo que hago yo: o sea, que tome lo que le venga en gana cuando le venga en gana. No necesitamos que las autoridades sanitarias, esas que nos hacen esperar un año para una operación de corazón urgente y que nos hacen sentarnos ante médicos a los que muchas veces les importamos menos que la caca que pisan con su pie, vengan y nos llenen la cabeza de tonterías y de consejos paternos que no nos hacen falta como adultos libres que somos. Yo siempre he dicho que no soy persona hasta que " no me tomo un café más grande que mi cabeza y me doy una ducha" y voy a seguir luchando contra viento y marea para que a sí siga siendo.
      Bueno, me voy a tomar un café bien cargado, y os animo a que vosotros hagáis lo mismo y a que, si os parece bien, os hagáis una camiseta con el nombre de vuestro café, tabaco o alimento con hidratos de carbono favorito. Los míos son: Bonka, Nobel y Ruffles onduladas. ¿Y los vuestros?

Buah, ésta sí que sabe... Directamente desde la cama...Olé!