En días pasados asistí a la Misa de Acción de Grado de mis estudiantes ahijados de Promoción, y el sacerdote celebrante preguntó si sabíamos el por qué en los días de Semana Santa (al menos para mi mamá era jueves y viernes santo) no se podía comer carne.
La tradición católica dice que no se debe comer carne en los días: miércoles de ceniza, viernes de cuaresma y viernes santo.
Y me saltaron a la memoria cuentos y anécdotas que escuché en mis días de juventud, recordando que “uno se convertía en pescado”, “entraba en pecado capital”, y tantas otras cosas más.
Pues Monseñor Ocando Yamarte, quien fue el celebrante, nos dijo que eso se debía a que en los tiempos de la antigüedad la carnes rojas eran más costosa que las carnes blancas. Entonces, en días de Pascua, se originó la tradición de no comprar carnes rojas, ya que con lo que se gastaría para comprarlas, se podría comprar carnes blancas para la familia, y alcanzaría para comprarle a otra(s) familia(s) que estuviese(n) necesitada(s).
Bueno, suena más acorde con el “Dios Amoroso”. La teoría de la abstinencia por penitencia presupone un “Dios castigador”…
Es parte de la fe religiosa, hacer las cosas porque si. Pero qué bueno es saber por qué se hacen las cosas…
Luis Castellanos