Revista Talentos

¿Por qué regresé a Nueva York?

Publicado el 13 marzo 2014 por Liberal

Este pasado mes de enero, se cumplieron 15 años desde que recibí la famosa carta de Columbia University, saludándome y aceptándome a formar parte de su universidad para estudiar Matemáticas y Relaciones Internacionales. A finales de 1999, también me dí cuenta que yo no nací para dormir mucho y que realmente sería compatible en alguna época de los años 40 y 50 del siglo XX por mi forma de ver la vida. Durante el resto de ese año, me quedé conforme con la posibilidad de tener mi propia habitación en el campus de Columbia y clases del famoso “Core Curriculum.

Sin entrar en detalles aburridos que a nadie le interesa, digamos que tanto Nueva York como Columbia son inseparables y para bien o para mal, te marcan de alguna manera en tu carácter. O, incluso, como fue en mi caso, realmente te hace descubrir realmente quién eres, qué eres, cómo eres, qué quieres.

Un elevadísimo porcentaje de personas – jóvenes – que no son de Nueva York a menudo me comentan una sola cosa de toda su estancia aquí: “Qué hostil es la gente, qué poco amistosa y fría es la gente e NY, los estudiantes de Columbia son de lo peor, arrogantes, fríos, demasiado estudiosos, competitivos, mala leche en general, nada de compañerismo”. La ciudad les pone de los nervios y con buena razón: esta ciudad no es para todos. Es una ciudad que puede ser muy cruel para el novato rural pero a la vez puede ser la bendición de los que tenemos un carácter, digamos, “agresivo” o un poco repugnante. Yo soy el primero en reconocer que no soy un cascabel, no soy una persona “amistosa” con desconocidos y aunque no lo parezca porque escribo mucho, soy bastante callado en persona y de pocas palabras.

No es la ropa carísima que vende Columbia o el código postal de su zona lo que nos hizo “estudiantes de Columbia” sino más bien, para mí al menos, esas caminatas apresuradas tropezándome sobre los ladrillos sueltos en camino a una clase de Armas, Estrategia y Guerra mientras leía el peródico sin mirar a una sola persona a la cara, pues ¿qué nos importa a los columbianos verle la cara a otro cuando nosotros valemos mucho más que esos? Era el placer retorcido que uno sentía cada vez que optaba por saltarse la comida y fumar un paquete de tabaco con alcohol para la cena, o ver las caras conocidas durante tantas noches en la biblioteca de 24 horas porque preferias no dormir y al contrario, entrar a los salones de lectura para charlar sobre cómo bombardear a un país enemigo de la OTAN a las 4 de la madrugada cuando la América profunda está en su quinto sueño, esperar a las 6 de la mañana para entonces ir a desayunar algo, conformarte con siestas esporádicas durante el día, entre muchas otras cosas que horroriza la sensibilidad de gente mas “campechana”.

Mirando el pasado, nunca tuve la ilusión de tantos otros hombres de 18 que llegan por primera vez a Nueva York. Sabía que Nueva York no me iba a dar una bienvenida extendida, guiarme paso a paso para “integrarme” ni mucho menos ayudarme en nada. Sabia que desde el primer minuto en esta ciudad, era mi responsabilidad arrebatar cualquier oportunidad que surgiera y así fue.

Nadie podría realmente entender la integración a esta ciudad al menos que comprenda que “dormir” es un trámite aquí mas que una costumbre diaria. Al menos, no por la noche que es cuando la gente “normal” suele dormir. Esto no es posible cuando tocas el piano a las 3 de la madrugada en un salón del campus, o decides explorar los túneles debajo del campus donde escondieron material nuclear durante muchos años para prepararse contra una posible invasión soviética, luego acabar en algún cuarto de la biblioteca Butler para escribir una comparación entre Platón y Esquilo, ver a tu profesor hablando solo por el campus, saludar a un compañero de clase y que no te devuelva el saludo y ni te mire…eso, señores, es New York City y francamente después de haber vuelto a Madrid durante 10 años, ya le echaba de menos a esa actitud que reina aquí.

Algunas de las críticas más duras contra Columbia son precisamente cosas que personalmente valoro porque encajan perfectamente con mi forma de ver la vida:

1. Los estudiantes no se juntan ni hay un sentido de unidad en el campus ni ellos hacen ningún esfuerzo para conocerte.

2. La mayoría de los estudiantes son hijos de familias ricas así que son “distantes”. Es verdad, los alumnos en Columbia se encuentran entre los más distantes de toda América. Pero yo no me habría sentido cómodo en un campus donde todo el mundo está constantemente saludándte y sonriendo.

3. “Los estudiantes en Columbia tienen una obsesión con sus notas, no hay amistades que se forjan, nadie ayuda a nadie, los estudiantes hacen todo lo posible para que no les conozcas, pues no vaya a ser que te beneficies de sus contactos profesionales”. Pues sí, así es. Es una muy mala costumbre española, por ejemplo, ser un chupóptero de los amigos y pretender beneficiarse de sus contactos sin nada (monetario) a cambio.

4. “Los alumnos están divididos y son extremadamente competitivos. Columbia divide a los que tienen de los que no tienen, con su campus que divide la parte “buena y blanca” del barrio de la parte “negra, latina, pobre y violenta”. Lo que esta gente llama “división” yo le llamo simple multiculturalismo. Los alumnos se sienten más en común con gente que comparta sus orígenes y gustos de estudio o estílo de vida.

5. “El 60% de los hombres en Columbia llevan chaqueta y camisa por el campus, les interesa mas sus notas que la madre que les parió, ni te miran y el 40% restante son chicos asiáticos inasimilables trajeados que se mantienen en su grupo étnico”. Sí, esto es verdad pero toda Nueva York es básicamente esto exceptuando obviamente grupos o tribus urbanas con su propio estílo. Los demás vamos trajeados porque es una ciudad absolutamente “empresarial”, de negocios, de dinero. Casi la totalidad de Manhattan es un parque de atracciones empresarial con algún que otro barrio marginal pero en general los pisos son mucho más caros que en la propia Londres y el estílo de vida es “de lujo”. Debido a mi carácter, me siento cómodo en una ciudad donde no está mal visto mandar al infierno a los que no te caen bien o ignorarles completamente. En España, en no pocas ocasiones, me metí en líos por hacer lo mismo. Por ejemplo, la vez que ignoré a un mendigo que me pedía un cigarro y éste me espetó “me cago en ti y en toda tu raza y estirpe hijo de puta”. Acto seguido, le miré a la cara y le dije “y yo en ti, asqueroso inútil. Véte a jugar en el tráfico bestia sucia”. Los que han quedado conmigo en persona alguna vez saben que no me corto un pelo si hace falta y si me tengo que poner “violento”, pues así ocurre. En España, la gente no acostumbra a hablar de esa manera tan agresiva y mucho menos a un mendigo. El carácter “mediterráneo” es muchísimo más suave que el carácter de Nueva Amsterdam.

Lo que más le choca a la gente de fuera en Nueva York es que, efectivamente, no hay “vida social” como en tu pueblo, aquí te lo tienes que currar y mucho. La gente no te va a ayudar en nada ni van a hacer ningún “esfuerzo” para conocerte porque , ¿para qué? ¿Para qué vamos a hacer ese esfuerzo cuando tenemos todo lo que queremos a la puerta de casa? Gente de la más interesante, músicos, museos, genios de todo tipo, ¿qué te hace tan especial a ti? En NY es extremadamente dificil impresionar a la gente. Por eso noo pocos acaban suicidándose o largándose de la ciudad porque no la aguantan, es demasiado metrópolis para ellos.

Continúo:

Regresé a Nueva York precisamente por esa hostilidad que algunos no aguantan. Me sentí en Madrid que me hacía falta mas “caña”, mas dinamismo, más “gente interesante” que a la vez me dejara en paz porque yo soy una persona muy “mía” y no me gusta tener grandes grupos de amigos como a los mediterráneos “típicos”. Prefiero mil veces más ir a un bar solo antes que con mucha gente. Esto es inconcebible para los españoles pero aquí es mucho más normal estar solo que con gente. Cuando cpompartes piso, lo primero que te dice mucha gente, incluido los caseros es que no pretendas que vas a charlar con ellos ni “hacer comunidad”. Cada uno hace su vida, va a lo suyo aquí. Es una ciudad tremenda para eso. Hay demasiadas cosas que hacer, la ciudad te marea, existe una separación absoluta entre tu casa, las calles caóticas y la falta de “comunidad” o cohesión social. Incluso, Columbia quitó los bancos donde se sentaban los estudiantes para fumar y charlar. Ser “muy amistoso” aqui casi está como mal visto, como sospechoso de que eres demasiado majo y por lo tanto un idiota paleto. Una chica de Kansas lo dijo de esta forma: “Nueva York hace todo lo que pueda para destruir tu esfuerzo en hacer amigos”. Me gusta, señores, me gusta.

En Nueva York, es posible tener clases con cientos de otros alumnos y ninguno te va a dar charla ni hacer el esfuerzo en conocerte ni siquiera decirte “hola”. Ese, señores, es mi carácter porque me gusta hacer lo mío sin interferencias de terceros. En España, por ejemplo, así como en los pueblos pequeños de USA, me molesta tener que saludar a todo el mundo que no conozco de nada y sonreír forzosamente.

Sinceridad

Sin embargo, a diferencia de los sitios “amistosos” como Madrid, Los Angeles, Andalucía y demás sitios “soleados”, la gente de Nueva York es MUY MUY sincera cuando les preguntas su opinión sobre algo y en el caso que conozcas a alguien de verdad, serán tu amigo toda la vida. Esto es muy distinto a lo que ocurre en el sur de EEUU donde muchos te sonríen y te preguntan “qué tal”? pero luego nunca serán tu amigo. Por lo menos en NY la gente te deja saber enseguida si le pareces basura o digno de nuestro tiempo.

Aquí la gente te da su opinión enseguida y eso me gusta mucho. Hoy en el tren, por ejemplo, llegamos con un poco de retraso y una señora negra me dijo “uff, últimamente estos trenes A van de culo”. Yo: Pues sí señora, y encima lo que nos cobran cada vez más, esos sinverguenzas en el gobierno local”. Ella: “Uy, no solo el gobierno local. Mire lo que hace el gobernador Cuomo, parece un mafioso italiano”. Yo: Es que lo es. Ella: “HAHAHAHA, es verdad, tiene una pinta de mafioso de Queens que no puede con ella”. En Madrid, sería IMPENSABLE hablar con esa sinceridad política con total desconocidos a la hora punta. Esa libertad a la hora de hablar me gusta mucho más que la falsedad europea.

Es indiscutible que para los que tenemos un carácter mas agresivo, aislacionista, separatista de los demás, Nueva York es la única ciudad que nos entiende, porque dominamos nosotros. Ese carácter es fruto de siglos de protestantismo a ultranza, comercio capitalista, y un inicio holandés, seguido de ingleses y alemanes.

Economía

Insisto, insisto porque los datos me avalan en esto. Londres podrá ser la que le sigue, pero Nueva York sigue siendo superior a Londres en los datos económicos y ¡universitarios!

El otro día, en esta misma web, me informaron sobre el último informe de la riqueza. El informe apunta a que ahora mismo Londres tiene más millonarios que Nueva York. Bien, eso se debe a dos motivos: Londres NO cobra impuestos a las grandes fortunas porque no puede darse ese lujo mientras que NY cobra unos impuestos bastante elevados y aún así, a Londres le costó mucho superar a Nueva York por un estrechísimo margen. Sí, estrechísimo. Y, estoy siendo generoso porque todos sabemos que esos “millonario de Londres” también tienen pisos en Nueva York.

2) Situación geográfica — es mucho mas fácil para un mafioso ruso o corrupto petrolero musulmán ir a Londres y afincarse en esa ciudad. Pero Nueva York le sigue dando mil vueltas a Londres en todo: en empleo, niveles de riqueza (Londres tendrá muchos millonarios, pero están rodeados de una gran masa de “desheredados” porque Londres recibe muchísima inmigración muerta de hambre española, italiana, griega, rumana, etc. Eso por no hablar de las bolsas enormes de ingleses “nativos” viviendo en condiciones realmente miserables, peores que en los barrios marginales de Nueva York. Londres es un Dubai y encima un Dubai con nubes y mal tiempo en general.

Pero ahora os doy los últimos datos universitarios. En el año 2012, la Universidad de Columbia recibió más de 25 mil solicitudes de admisión al programa de la licenciatura. De esos 25.000, ¡¡tan solo un 7,4% fueroon admitidos!! Sí, sí, porque así de chula es Nueva York, por mucho que te quejes.

¿Y cuál fue el porcentaje de admisión para la famosa Universidad de Oxford en el 2012? Je, pues, ¡¡20,5%!!
Menudo chiste. O sea, que Oxford solo tiene su nombre, pero no le llega a la suela de los zapatos a ninguna universidad de élite americana. ¡Quisieran los ingleses! “Oxford” hoy en día solo impresiona en las ex colonias británicas.

Pero para negocios, para ciencias empresariales, para matemátiicas, Columbia supera con creces a Oxford en todo. No solo porque Nueva York tiene a Wall Street y Columbia está entrenando a los futuros banqueros, muy al pesar de los “hipis”, sino que NY tiene muchas mas oportunidades que Londres para ser becario en el mundo financiero siendo de fuera. Digo “Londres” para ser generoso, porque ni hablar de Oxford, que es un pueblucho aldeano. Columbia tiene más de 500 asociaciones estudiantiles para participar. Que no, Inglaterra, que no — no tenéis el dinamismo de vuestro hijo, Estados Unidos ni de vuestra ciudad hija, Nueva York. Nueva York es una versión mejorada de Londres, un Londres 2.0.

“Eyy Alfredo, ¿cómo dices todas estas cosas cuando hace un tiempo criticabas a Nueva York con dureza extrema”?

Sí, porque Nueva York no es perfecta y es una ciudad que te viola, repetidamente, te humilla, te pega, te azota. Es lógico que siempre se alberga cierta rabia contra Nueva York. Nadie aquí ha tenido una experiencia 100% positiva. Pero tengo 32 años y ahora puedo ver las cosas con más madurez. Justamente cuando crees que ya has tenido éxito en Nueva York, viene la ciudad y te tira todo a la basura, humillándote.

De momento, a mí me va muy bien en esta ciudad. A veces camino por las zonas que frecuentaba cuando tenía 19 años y me genera una sensación melancólica, de nostalgia y sentimiento. He visto mucho, señores, también he sufrido mucho. Como le dijo Margaret Thatcher a los americanos hace décadas: “Me siento americano. Me siento que esta ciudad es mía, más mía que nunca”. Cada vez que salgo por las puertas de mi edificio entre semana, cojo un taxi al “downtown” para ver una exposición u obra de arte, veo la energía, siento el pulso de aquí, la agresividad, el nerviosismo, me siento que , en parte, yo también soy accionista protestante de esta gran ciudad mundial. Que Dios la bendiga y a sus gentes poco amistosas. Estoy en mi salsa.

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Las siguientes fotos son de la entrada del edificio donde vivo entre semana y la entrada donde me váis a esperar cuando me hagáis una visita pronto. El ejército de porteros que tenemos te van a atender sin problemas para lo que queráis. Tranquilos, que aunque vengais de Europa no os voy a obligar a entrar por la puerta del servicio…salvo si sois afrancesados…

Estoy en el “East Side” y como dicen aquí los nativos “East Side all the way baby”.

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¿Por qué regresé a Nueva York?

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