¿Por qué tienen que pasarme estas cosas a mí?

Publicado el 14 junio 2011 por Hada
Creo que debo tener un imán para los bicharracos......Os cuento.

Ayer por la tarde, mi amor de vidas y una servidora bajamos a trabajar un rato las huertas y aprovechamos para sacar a la finquita a nuestros tres perros.

Mientras yo me quedaba un rato por el jardín ordenando, recogiendo y recolectando parchitas, con Rocky y Chispa a mi alrededor (nuestros perros de tamaño pequeño), Blondie -la más joven de nuestros tres canes, pero "giganta" en cuanto a tamaño- se adentraba entre los frutales.

A los pocos minutos oí la voz de mi pareja llamándome y diciéndome que le llevase una pala porque Blondie había encontrado un nido de ratas. Blondie es una cazadora nata. Ya he perdido la cuenta de lagartos, ranas, pájaros y ratas que ha cazado en su primer año de vida. Cosa que veo natural porque es cosa de su instinto depredador pero que, por otro lado, me apena mucho por los bichillos muertos.

Rápida como la centella me acerqué hasta el lugar con la pala entre mis manos. Le pregunté si estaban todos muertos. Me explicó que creía que uno al menos sí. De hecho fue el grito de una de las crías lo que alarmó a mi compañero. Hemos criado hamsters durante muchos años, así que reconocemos el chillido de un ratón. Cuando se acercó, Blondie estaba rasca que te rasca en el suelo, cavando y desenterrando el nido, perfectamente construído por su madre.

Al instante vi que aún quedaban crías en el nido y que a mis pies, desperdigadas por el terreno había otras cinco. Le dije que se llevase a los perros al jardín y que los dejase allí, cerrando con el candado la puerta de acceso a la finca. Mientras, me olvidé de la pala y empecé a reunir a todos los supervivientes en la palma de mi mano. En el nido quedaban uno vivo y otro muerto. Fuera, entre los montones de tierra removida por Blondie había otro cadáver y otros cuatro vivos.

Debían tener uno o dos días de vida: completamente ciegos todavía, buscaban la seguridad y el calor de los demás, del grupo.

Intenté no sobarlos mucho para que no adoptasen mi olor, no fuera a ser que la madre los rechazase. Reconozco que, en un principio, pensé en traérmelos a casa y criarlos a base de cuentagotas de leche. Pero mi amor de vidas me dijo que mejor los dejábamos a todos, muertos incluídos, en el nido, porque la madre sabría qué hacer mejor que nosotros. Y eso hicimos.

Los deposité con sumo cuidado junto a los dos hermanos que permanecían en el fondo del nido. Los cubrí con parte de la manta de paja seca que había confeccionado su madre, tapamos parte del nido con la tierra que Blondie había extraído y camuflamos el lugar con más ramitas y hojas, confiando en que la madre los rescatase. Y nos fuimos del lugar esperando que la Madre Naturaleza decidiese.

Hoy pasearemos a los perros por los caminos y senderos circundantes a nuestro Refugio Verde. Antes, mi amor de vidas bajará a la finca a revisar el nido. Yo no me atrevo por si lo que me encuentre no sea lo que espero.

Ojalá que su mami los haya rescatado y puesto a buen recaudo o haya reconstruído el nido.

Ojalá salgan adelante aunque de mayores resulten "nocivos".

Ellos estaban aquí antes de nosotros, así que merecen disfrutar de una vida más larga y completa.

¿Por qué siempre he de encontrármelos yo?