Normalmente cuando viajo en los ferrocarriles catalanes nadie se siente a mi lado.No importa cuanta gente se encuentre en el vagón, el último asiento que se ocupa es el que está junto a mí. Por un día cambió, no me senté pero casi me abrazaban.El día 8 junio hubo huelga y habían menos trenes , lo cual hizo que todos estuviesemos como latas de sardinas. Prefiero lo de cada día, no sé, quizás me acostumbre que la gente de Sant Cugat y alrededores opte por ser mi compañero de viaje como opción desesp