Quién eres determina en gran medida cómo te portas.
Me recuerdo al salir de clases en la secundaria. Nos sentábamos en la banqueta de enfrente de la escuela, con tal desparpajo que más bien habría que decir que nos echábamos. Ahora no haría eso. No querría ensuciar mi ropa, ni que mi piel tuviera contacto con la banqueta; me parecería incómodo físicamente, pero sobre todo, me daría pena. Digo "ahora" como adulta, no porque esté embarazada. Así que creo que en el fondo, no lo haría porque soy una mujer de 34 años, en tal y tal condición. Lo hacía porque era una jovencita de trece, en tales circunstancias.
Con cada compromiso identitario, una va dejando de permitirse cosas y va asumiendo nuevas facultades.
Silvia Parque