Magazine

Poshumanismo y superhombre (II)

Publicado el 26 agosto 2013 por Javier Ruiz Fernández @jaruiz_

[El superhombre] es un hombre libre que repudia el vicio, la debilidad y la esclavitud.

Schopenhauer consideraba que todos los seres vivos tienen una voluntad de vivir, mientras que Nietzsche afirmaba que cualquier organismo vivo tiene prefijada en su naturaleza una necesidad mayor: utilizar su poder para crecer y buscar el lugar que, cree, le corresponde (voluntad de poder). Este es el motor que puede guiar al hombre hacia su condición de superhombre y, a través de una lectura más personal, considero que debe comprenderse como un proceso dinámico y sin fin. En otras palabras, la voluntad de poder lleva, en última instancia, al superhombre, pero en el superhombre sigue existiendo lugar para el cuestionamiento, la pregunta y el crecimiento, aunque no para el miedo, la debilidad ni la aflicción.

Uróboros

La figura del Uróboros, un dragón que se devora a sí mismo, representa la naturaleza circular de todo: el eterno retorno.

Llegados a este punto, y tras reiterar y acercarnos al concepto de superhombre (Übersmench), que, torpemente, he intentado enlazar con la afirmación previa del Gott ist tot y el concepto de la voluntad de poder (Der Wille zur Macht), es necesario desglosar la explicación que Nietzsche ofrece sobre el paso del hombre al superhombre.

En primer lugar, Zaratustra explica que existen tres pasos evolutivos entre el hombre y el superhombre, los cuales se ilustran con tres animales: el camello, el león y el niño, o, también, con tres figuras de pensamiento: el nihilista pasivo, el nihilista activo y el superhombre, quien será el prototipo del olvido, la inocencia y la creatividad.

Para comprender esta imagen, Nietzsche nos explica que el hombre es como un camello con una gran carga a la espalda: la metafísica (con especial hincapié en la metafísica occidental derivada del platonismo, o sea, el cristianismo). Para evolucionar hacia el siguiente estado, el hombre debe asumir que todas esas creencias que carga no cuentan con ninguna base lógica o racional, sino que son fruto del miedo, la angustia y el sinsentido de nuestro mundo; por esta razón, cuando el hombre asume y engulle el dolor de su existencia —y la soledad que de ello se deriva—, se convierte en un león, fuerte y fiero: una bestia que busca su propio camino; sin embargo, para completar este proceso, el león, quien ya ha renegado de la divinidad, debe crear nuevos valores, los cuales se adecúan a la imagen arquetípica del niño: la inocencia que no condena, la facilidad de olvidar y la capacidad creativa. Tras la negación, es necesario aspirar para luego comprender, es decir, acoger el camino que ya nos marcaba la voluntad de poder.

Sísifo

Se dice que Sísifo fue castigado a empujar eternamente una roca a través del Acrocorinto. La mitología clásica también ha relacionado al personaje con la salida y la puesta del Sol.

Por último, Así habló Zaratustra esboza la concepción del eterno retorno, una creencia que surge del estoicismo y que mantiene que el mundo se extingue para volver a crearse, o se crea para volver a destruirse. Para concebir esta doctrina, el universo tendría que estar dominado por la causalidad; en otras palabras, todo estaría determinado sobre la base de unas causas previas. Por esta razón, el eterno retorno puede ser criticado, ya que, si bien no cuenta con una divinidad que crea y configura un cosmos, sí que atiende a una causa primera invariable, que no parece más que otra forma desesperada de dar coherencia y continuidad a la idea platónica de la physis pese a que, en vez de optar por una explicación metafísica, se utiliza una, teóricamente, física, pero cuyo planteamiento es incorrecto o, como mínimo, indemostrable.

Entradas relacionadas:

(Continuará.)


Poshumanismo y superhombre (II)

Volver a la Portada de Logo Paperblog