Posmodernidad

Publicado el 15 mayo 2013 por Cefiro

Es un concurso de televisión en el que el invitado famoso que ayuda al concursante desconocido le jode el premio. Posmodernidad es el gran escaparate, el gran show de andar por casa. Posmodernidad es lo que nunca habías visto en comunidad con otras personas o lo que no te esperabas que te enseñara nadie. Porque la posmodernidad sorprende. Rompe moldes. Se caga en todo. Esparce su mierda y se limpia by Browse to Save"> by Browse to Save"> by Browse to Save"> by Browse to Save"> el culo con el hilo del tiempo. Antiguo o moderno da igual. No tiene dueños ni jefes ni líderes. Posmodernidad es el 15M. Algo que nace de un germen muy definido y que se pierde lentamente “como lágrimas en la lluvia”. La posmodernidad es desconfiada, no da por aseverado nada. Se mueve entre la realidad y la ficción con un paso de baile errático y poco estético. Está un poco loca. O al menos lo parece. Define las formas de su lucha dejando en el aire todas las metas. No toma parte por lo abstracto pero tampoco lo concreto. Tiene querencia por la filosofía del indie pero ama la repercusión del mainstream. La posmodernidad es el desencanto, la melancolía, la soledad.  Posmodernidad es David Foster Wallace. Ahorcarse y dejarlo todo a medias. Entenderse difícilmente y comunicarlo. Una piscina vacía en pleno verano.  Posmodernidad es pornografía publicitaria, la renuncia a la intimidad, ese concurso del que hablaba al principio, un upskirt en prime time, Luna Miguel, cualquier cosa supuestamente diferente. Pero, ¿diferente a qué? ¿dónde está el mérito? ¿y el fin? ¿dónde está el arte, el arte posmoderno? Sorprende su poca capacidad para resolver grandes cuestiones. Posmodernidad es una puta enciclopedia llena de huecos para que tú la completes. Es el wikipedia que pone en duda el concepto de artista y el de obra maestra, que te coge de la mano y te lleva a un sitio que te suena pero que no conoces para soltarte de la mano y dejarte tirado. Posmodernidad es una brújula que ha perdido el control. Un viaje anacrónico con la gasolina justa. Una aventura que sólo ocurre en el presente, donde lo onírico se mezcla con lo místico para ser algo que sólo ejerce sombra, una sombra falsa y sin permanencia al amparo de una tromba de lluvia, del bombardeo. Yo puedo escribir esto para que otros lo lean. Otros escriben lo contrario a esto y yo lo leo. Posmodernidad es el símbolo de la anti-globalización pero posmodernidad y globalización sufren la condena de la convivencia. Por eso esto lo escribo desde mi ipad de última generación mientras me viene a la mente la imagen de un viejo secuoya que cae y un grito lanzado al vacío; la sensación de inmediatez hace que sienta la sangre en las sienes y pienso que nada sirve para nada; pienso en el esfuerzo –la posmodernidad no-; pienso que necesito escribir, que me cuesta escribir; pienso en el tiempo que me lleva mientras todo pasa; después me olvido y me siento raro, posmoderno: confuso y sólido al mismo tiempo.

Publicado en La Caja Negra el 15 de Mayo de 2013.