También es indudable que si el film logra mantenerse en pie es por las actuaciones de sus protagonistas- sorprenden las participaciones escuetas de Lenny Kravitz y Mariah Carey- pero la dirección desfallece en un intento de mostrarnos todo y cuantos ejemplos de marginalidad, pesadumbre y sujeto de discriminación pueda pasarsele por su cabeza: negros, analfabetos, abusados, madres solteras, latinos, inmigrantes, sidosos, lesbianas, todo empaquetado en un guión que no se decide si está contando la difícil vida de una muchacha que finalmente puede levantar cabeza por sí misma- que a priori es lo que parecería querer vendernos el film- o si la cosa pasa por la inutilidad de los servicios sociales de un país aparentemente organizado, si el tema es en sí el racismo, o si todo eso licuado fue expresamente colocado para la gracia de un publico que busca el drama fácil y manipulador. Considerando que el film viene amparado por Oprah Winfrey se entiende que la película aparente un enorme cúmulo de historias dignas de cualquier reality con las manifestaciones típicas de tales: gritos e insultos a mansalva, llorisqueos forzados, líneas "emotivas" y demás.
Precious podría llamarse Pretentious. Un film que se ha contado muchas veces pero no de maneras tan dispersas, sin tantos hilos que terminan por no unirse nunca. Comienzan con una niña que no puede leer ni escribir, que evade su realidad con incontables fantasías (que en este film en particular resta profundidad a la trama al ser mostradas) y que de a poco se va desvirtuando a la historia de una niña que lucha por recuperar a sus hijos y desprenderse de su inestable y violenta madre.
Un film que en definitiva podría tener mucho para emocionar pero su forma narrativa y sus estereotipos insufribles dejan frío y hasta indiferente. Una hora cincuenta que se llegan a ser eternas.