Un mosaico de las imágenes en ultravioleta extremo
tomadas por STEREO Ahead el 6 de diciembre de 2006.
En una charla, científicos de la Universidad de Leicester presentaron una técnica para predecir cuándo llegarán ráfagas de viento solar a la Tierra, Venus y Marte, utilizando los satélites STEREO (Solar TErrestrial RElations Observatory) y ACE (Advanced Composition Explorer) de la NASA.
El equipo se centró en las Regiones de Interacción Coronal (CIRs), altos pulsos de viento solar que surgen cuando partículas de movimiento rápido del viento solar que salen expulsadas de un agujero coronal alcanzan un flujo más lento que va delante y se comprime el plasma. Cuando estas CIRs colisionan con las capas superiores de la atmósfera planetaria, implican altos niveles de actividad manifestándose como áreas de plasma de alta densidad seguidas por una región de mayor velocidad del viento.
Usando las naves gemelas STEREO, el satélite ACE de seguimiento solar, Mars Express y Venus Express, el equipo de Leicester hizo un seguimiento a unos 30 eventos CIRs durante el período del 1 de julio de 2007 hasta el 31 de agosto de 2008, en su viaje desde el Sol a Venus y Marte, rastreando su velocidad y dirección.
"Nuestras estimaciones procedentes de ACE y STEREO concuerdan con los datos de Mars Express", dice Anthony Williams, que presentó los resultados. "No obstante, en el momento en que estas medidas se hicieron in situ, las CIRs ya estaban cruzando el camino orbital de la Tierra. Para desarrollar un sistema de predicción, tenemos que ser capaces de rastrear las características mucho más cerca del Sol". El equipo ya ha empezado a desarrollar este sistema modelando el camino de las CIRs cerca del Sol usando las medidas de ACE, y comparándolas con mapas construidos a partir de imágenes HI.
Pudieron estimarse entonces las corrientes inducidas en unos 250 lugares de la red nacional de alto voltaje. Es interesante señalar que el trabajo no sólo demostró que las corrientes inducidas son dependientes de la severidad de la tormenta solar, sino también de la configuración de la red. El modelo se usará para conocer cómo podría responder la red del Reino Unido a eventos de tiempo espacial dañinos, tales como la conocida como llamarada Carrington de 1859, la tormenta solar más potente registrada en la historia.
Capaces de provocar costes de miles de millones de dólares, comprender la interacción del Sol con las tecnologías humanas de las que tanto dependemos actualmente, es vital.
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