Lara fumaba su cigarro con estilo, jugando con él entre sus manos arregladas, siempre pensé que hay que ser muy mujer para usar tan bien las canas. Ella tenía profundas esperanzas conmigo, decía que era una de las mentes más brillantes de mi generación. Mientras ella hablaba de París, yo ojeaba una revista de arquitectura algo desganado.
-Veo que no querès que esté acá. ¿Mal de amores?
-¿Alguien está bien de amores?
-Ahì es donde te equivocàs. El drama al papel, la vida es otra cosa.
Dejé a Lara hablando en el living, en mi habitación aún sonaba la radio AM, un hombre hablaba de modo serio acerca de algo, la nevada que arrecia Buenos Aires hace tiempo, creo. Tenía en la cama un ejemplar bastante estropeado de la educación sentimental. Soraya usaba una ropa interior delicada y la camisa que yo use cuando nos conocimos. Se estaba pintando las uñas. Ella decía que yo era el mejor teniendo sexo, yo aun lo dudo.
-¿Donde vamos este verano?
-No lo pensé.
-Te noto apenado.¿No podes terminar el libro no?
-El conflicto no aparece.
- Las personas son muy aburridas, vos también un poco. Pero siempre tenes esa tristeza a punto de salir que me hace dudar en que pensas.
-A veces no pienso.
-Siempre tan distante vos.
Tomé un paquete de cigarrillos del cajón, le faltaban dos o tres de cuando decidí dejar de fumar. En la terraza había hojas y el banquito tenía esa humedad en las maderas que mancha pantalones. Clarisa tomaba mate con un apunte de sociologìa en sus rodillas, esmirriadita con anteojos y sweater, siguiò concentrada hasta que me paré a su lado con los brazos en la baranda. Me miró con los ojos de adoración que siempre fueron una barrera entre nosotros.
-Cuanto te falta para terminar
-No lo se profe. ¿Usted piensa volver?
-No lo creo.
-Extraña?
- La verdad que no.
-¿Ni siquiera a mi? A mi se me da que sigue siendo un cobarde.
Mi estudio estaba sumido en la oscuridad, papelerìo y envoltorios de golosinas pedían a gritos que le de una llave la chica de limpieza. Marina revisaba mis cajones, sabia que buscaba viejas cartas de amor. Ella siempre temió perderme, tal vez por eso lo hizo.
-Estuviste con otra.
-Ciertamente.
-Siempre fuiste un hijo de puta.
Salí un poco a la calle, no había nadie, la nevada era mayor ese día. El silencio era profundo, Paré en una inmobiliaria a buscar departamento, ya no aguanto vivir esta rutina, encerrado con mis fantasmas.