No hace mucho nos enteramos que el premio literario “Entre dos orillas” había quedado desierto. Ahora, muy reciente, la AEN ha anunciado que su premio literario de relato corto también ha sido declarado desierto y…, estalló una polémica que me asombra.
He estado leyendo en su blog, donde colocaron la noticia, diferentes comentarios que me han dejado con la boca abierta y aún más convencida de la opinión que ya tenía: «Somos un país de polémicas, críticas dañinas y lengua viperina envenenada, pero nada constructivos».
Los comentarios versados en dicho blog nos ofrecen ideas para todos los gustos pero siempre negativas. Es curioso como personas que se declaran escritores noveles son incapaces de aceptar que un jurado estime que no hay calidad suficiente para dar un premio y que, para justificarse —supongo que porque ellos están dentro del número cuantioso de autores participantes— de la no elección de sus textos se limitan a criticar al jurado, a los lectores que hayan realizado la preselección, a la asociación, etc., eso sí, nunca dicen en ningún momento que puede que sus textos no tuviesen el nivel demandado por dicho jurado, ¡no!, eso es impensable para ellos, como no, hasta ahí podríamos llegar.
Lo dicho, curioso y lo que es peor, desgraciadamente vergonzoso. Se supone que un escritor, sea novel o no, debería reconocer si tiene estilo, si sus textos tienen cierta calidad y preocuparse por conseguirla antes de exigir o vapulear a quienes no crean que la tienen. Lástima, sigue siendo prioritario nuestro famoso “ego” y no el cerebro y la lógica.
Lo que soy incapaz de entender es por qué. Porque se sentirían mejor si el premio lo ganase fulanito con un texto X, tuviese o no calidad. Acaso por ello podrían imaginar que sus textos fueron de los finalistas, que entraron en los últimos debates del jurado, que… Lo de siempre, dejarse llevar por el «soy escritor» cuando aún no lo son o, ¿acaso se es escritor por escribir y presentarse a concursos? Da igual que se haya ganado dos, tres o ninguno. Escritor significa persona que escribe o que escribe al dictado; encargado de redactar la correspondencia de alguien; autor de obras escritas o impresas. Supongo que esta última acepción es la que tenemos en mente todos cuando se nos llena la boca al decir «escritor» sin darle la importancia que en si debería de tener, además de la responsabilidad que ello conlleva. Escribir relatos, cuentos o una novela no significa que lo seamos, aunque así lo pensemos o nos lo creamos. No, simplemente somos personas que dedicamos nuestro tiempo libre, nuestros sueños y nuestras esperanzas en hacer algo que nos gusta y nos atrae, «escribir», y dejémonos de polémicas, críticas e insultos gratuitos y sin justificación, salvo por pensar que nuestro "ego ha sido mancillado".