Joseph Gordon-Levitt es un mensajero de New York, cuyo lema es “no frenar”. A puro pedal, nuestro protagonista es un fanático de la adrenalina, y siempre fiel a su propio “slogan”, se compromete ciento por ciento con sus encomiendas: ¿autos en el camino? A buscar el hueco; ¿semáforo en rojo? Lo hacemos verde. El problema surge cuando le encargan la entrega a tiempo de un misterioso sobre, por el que lo perseguirá desenfrenada y perseverantemente un policía corrupto por toda la ciudad. Pero a nuestro personaje principal nada parece detenerlo, y transitará los más estrechos pasajes de modo frenético, y he aquí el aspecto básico del film. Escenas muy enérgicas y entretenimiento garantizado. Se destaca un modo ultra moderno de narrarnos la historia: se aplican en todo momento recursos técnicos de gran calibre, como mostrarnos el mapa y el recorrido a llevar a cabo, el reloj digital retrocediendo unas horas para enseñarnos lo que anteriormente había ocurrido y una suerte de sentido arácnido mezclado con vaticinio de los hechos que posee Gordon-Levitt cada vez que ve su paso algo atascado. Esto es, las sendas que tomaría en cada ocasión y cómo acabaría (emboscado por un taxi, chocando una persona, etcétera). Lo ameno del film pierde algo de sentido o de gusto con la previsibilidad de los acontecimientos o bien con la exageración en cuanto a la resolución de los mismos. En líneas generales, una película agradable que no va más allá de eso.
LO MEJOR: entretenida, interesantes técnicas de rodaje. LO PEOR: previsible, no trasciende. El guión. PUNTAJE: 6