Dicho esto, empecemos a contornear este espacio. Me interesa el ser humano, como a vosotros, obvio, dados los estudios que realizamos. Pero mas que su aplicación práctica, la cual es imprescindible, me gusta conocer las directrices que siguen los diferentes grupos que conforman la sociedad, sus reglas y debido a la intersección de éstas, hacia donde caminamos. Ya, esto no lo estudia el trabajo social. Bueno, algo si…
Esperar, un segundo, voy a asomarme al balcón, no tardo. Ya estoy aquí. Es que se han empezado a escuchar gritos, personas desgañitándose, bocinas sonando continuas o a intervalos igualmente molestas. Convencido de que se avecinaba una catástrofe, la adrenalina me golpeó con fuerza imaginando las calles de mi ciudad destrozadas y en cómo iba a escapar. Al ver el espectáculo de banderas, tras identificar la algarabía de un grupo de mozas, de mozos, de no tan mozas y de no tan mozos, me he desilusionado. Se trata de eso, vaya. Creo que dejaré de escribir hasta mañana, por lo menos. Adiós a mis ilusiones de que había terminado la crisis o al menos de que el paro se había reducido a la mitad, siquiera las de que la gente estaba en una marcha nocturna para mostrar a los políticos que no son solo votos en stand-by. La “Roja” acaba de ganar el mundial. Me alegro por quienes les guste el fútbol, deporte que como todos, en sus orígenes, representaba la competición sana entre personas, el esfuerzo, la entrega por unos colores, la lealtad. Pero hoy no tiene nada que ver con aquello. Sin entrar en detalles del deporte o de que si la FIFA es una de las mayores economías del mundo, que ha faltado mucho Sudáfrica por ver hoy, ayer y mañana. Pese a la vergonzante pobreza en que está sumida el país, las faraónicas obras sufragadas por el Estado para este mundial 2010 ha sido mayor que en los últimos 10 años para vivienda social. Obras que ya veremos para qué sirven, ahora que ya ha acabado todo. Si queréis saber de esto, googlear expresiones como “el otro mundial” y podréis leer hasta que ya no os queden ganas. Parece que nos riamos de la desgracia ajena que no vacilamos en, tras provocarla, seguir usándola en nuestro beneficio. Como siempre a lo largo de la historia.
A modo, anecdótico, también me han sobrado los 100 kilos de antes para cada jugador por hacer bien su trabajo. Podrían donarlo para la población necesitada de su país, que también tiene pobres. Sería un buen gesto, total, a ellos apenas les supone mas que la gasolina de cualquiera de sus coches. Qué tontos estamos.
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