Versos y prosas de artistas invitados (6)
El sexto artista invitado que aparece en este blog, Gervasio Alegría, fue el presentador oficial de mis libros en Asturias. Lo conocí en la garita acristalada de los bedeles del instituto gijonés Padre Feijoo cuando a mí me concedieron el traslado a ese centro educativo. Hablaba él por teléfono al llegar yo a mi nuevo destino docente. Y por un bedel lo tomé. Le pregunté por el director. Era él.
Catedrático de Lengua y Literatura, me enseñó a escribir mejor, Cuidado con los gerundios, Ordi z, y luego accedió a presentar en sociedad a mis hijos de papel pese a las dos condiciones que le impuse: ser breve en los discursos, como el buen profesor en las clases, y no ser pío con mis palabras escritas; no ser, entonces, amigo mío.
-Lo que me valió una crítica que todavía hoy me escuece, José Ángel. Que desanimé, más que animé, a leer Sal dulce... Y justo en el salón de actos del Padre Feijoo ...
-Te escuece por inmerecida, por haber sido sincero en un mundo donde predominan las imposturas, los parabienes basados en el amiguismo y sus frecuentes embustes, lo sé y lo siento. No es fácil de leer Sal dulce, es honrado avisar.
En fin, que hable ya el artista que te habita aunque tanto calles.
Déjame
que siembre en la besana de tu corazón herido,
húmedo aún del aguacero de reproches,
mi cálida simiente de palabras,
temblorosas palabras
que gotean, brillantes por fin, tras la tormenta recién ida.
Déjame
estar en ti cada minuto de tus horas, de tus días,
cada instante de chispa en tu mirada
abrirme en tus entrañas como una flor inmensa de rocío,
invadir tu corazón de nube
expandir mi ternura de lava por tus venas,
inundarte de silencios
y acampar.
Déjame
aflorar en tu epidermis,
rozarte apenas,
erizarte,
sin que sepas si son mis yemas o mis labios
los que dibujan surcos en tu piel,
los que van abriendo la flor de cada escalofrío,
recorriendo cada rincón umbrío de tu geografía,
cada rompiente de tus olas,
cada sima embriagante,
cada vértigo de sangre en el acantilado de tus huesos.
Déjame que borre de tus mejillas
las cicatrices oscuras de los desalientos
y que aprenda el sabor agridulce del perdón
al besar tus lágrimas mezcladas con las mías.
Gervasio Alegría MelladoBlog: MI RINCÓN CREATIVO